A cerrar fronteras

HILDA RENDÓN BAUTISTA

Como Pedro en su casa miles y miles de foráneos sean éstos venezolanos, colombianos, cubanos entre otros, atraviesan diariamente los límites fronterizos para penetrarse en nuestras entrañas territoriales en busca de comida, medicina, nuevos horizontes con oportunidades laborales o simplemente para delinquir en desmedro de los hogares ecuatorianos.

La difícil situación política, social y económica que vive Venezuela, Cuba entre otros estados, ha desembocado en una verdadera crisis humanitaria que está condenando al hambre y el lento fallecimiento de sus habitantes. Pero este conflicto interno de sus países inaceptable para la gran mayoría del mundo nos conlleva a otro gran dilema a los ecuatorianos. Receptar esta masa migratoria trae consigo males mayores como: La sustitución en los puestos de trabajo, la delincuencia, la prostitución, el sicariato. Actos repudiables que solo deja dolencia y frustración a todo nivel.

En el ámbito laboral, la mano de obra barata, la no exigencia de afiliación al IESS, el nulo pedido de vacaciones o décimos, los minutos extras sin reclamo de remuneración, ha provocado una estampida contratación de hermanos latinoamericanos en todos los campos laborales existentes. Si vamos al Hospital somos atendidos por médicos cubanos, si acudimos a una clínica nos diagnostica un venezolano, si entramos a la farmacia nos atiende otro extranjero. Si visitamos el almacén sale una voz que nos dice “Mami pues llévate este” con un acento boricua.

Vemos con frustración que los espacios laborales de toda índole están siendo reemplazados desde el profesional que pasó años quemándose las pestañas en su preparación académica hasta el jornalero que nos alimenta con sus sabios conocimientos del campo.

Llegó el momento de exigir al Gobierno ecuatoriano, a la Asamblea Nacional tomar medidas de control. Hasta cuándo seguimos siendo el gran coliseo cuya amplia puerta permite el ingreso desmedido de esta masa migratoria cuyos antecedentes solo Dios los sabe. No esperemos que el grito de “fuera extranjeros” se convierta en la batalla de los ecuatorianos.

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