De cabellos, uñas y…

Fabián Cueva Jiménez

La irónica frase de una placa: “En memoria de las víctimas de abuso infantil en el sistema educativo”, traduce la terrible historia de atropellos en la educación contra todos los principios y valores humanos pero además, errores y omisiones de autoridades encubridoras.

Nueve colectivos ciudadanos han presentado a la Defensoría del Pueblo denuncias sobre la prohibición de la libertad estética (artículo 21, Constitución de 2008) que supone discriminación y ataque contra el desarrollo y expresión de la personalidad de los estudiantes.

El tema es para el inmediato debate y solución, en las mismas instituciones y con todos: alumnos adaptados, maduros y de los otros, padres de familia responsables y descuidados, y autoridades idóneas considerando el contexto disímil del siglo.

El asunto es el de los adolescentes que se mueven dentro de inquietudes: moda, amistad, amor, apariencia física, música, relaciones interpersonales, aprendizajes, en espacios de nuevas estructuras familiares y sociales, con tecnológica comunicacional veloz y distinta.

Frente a la aceptación o prohibición en los colegios de corte, color y peinados, aretes, piercings, pulseras, maquillajes, tatuajes y vestimenta se dice que habrá más drogadictos. Aún no son ciudadanos, se dice, vendrán como les dé la gana; están restringiendo el desarrollo de la personalidad. La presentación no es un fin por sí misma, no define las notas, la disciplina no es la apariencia física.

Se requiere una acción educativa urgente de autoridades y docentes. Para eso está el Código de Convivencia, directrices reguladoras de deberes y derechos para todos y eficaz si se construye con diálogo, para ayudar y no reprimir socializando, cumpliendo y evaluando. Evitemos otra vez que nos señalen por no haber hecho nada.

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