¿Legitimidad o ilegitimidad?

Ugo Stornaiolo

¿Qué están defendiendo los correístas? Sus asambleístas -ausentes en votaciones clave, como la del CAL para apoyar al Cpccs transitorio), su Judicatura o Corte Constitucional (que ven cómo se va desmoronando su metida de mano en la justicia) y sus funcionarios que se aferran a los cargos, pues creen que van a seguir (renunciaron con piola).

¿Qué son? ¿Alfaristas, Maná (los músicos mexicanos y el grupo que participó en pasadas elecciones, los desautorizaron)? ¿O solo RC (revolución ciudadana o Rafael Correa)? Eso sí, defienden a dentelladas sus cargos.

Surgen las voces (¡a los tiempos!), de Marcela Aguiñaga o Viviana Bonilla, que quieren fiscalizar al respetado Consejo de Participación de transición (con casi 70% de aprobación) desoyendo el mandato popular. Desde el ático belga se dice “estamos en dictadura”. Pero, la lucha es justo contra ellos, quienes arruinaron la institucionalidad y la economía en la década perdida.

Difícil creer en quienes participaron en la “larga, oscura y triste noche socialista del siglo XXI”. Solo el apoyo de Moreno al Consejo obligó a parte de la Asamblea a respaldar a Julio César Trujillo. Tanto correístas como morenistas se acomodan por sus intereses.

Los correístas hablan de “una legitimidad” que consiguieron desde la Constituyente de 2008 hasta las enmiendas de diciembre de 2015, algunas de las cuales, como la reelección indefinida, se eliminaron en la consulta de febrero. Una legitimidad que obedecía órdenes de uno solo, el “jefe de todas las funciones”.

Olvidaron que 7 de cada 10 ecuatorianos les dijeron no, al comprobarse la corrupción montada desde Carondelet por conspicuos operadores del correísmo. ¿Por qué no se exige cuentas a los hermanos Alvarado, que dejaron en crisis a los canales incautados? ¿Por qué no se audita sabatinas, como la de Nueva York (a un costo de $700 mil)?

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