Una seria amenaza a la libertad

En la Asamblea Nacional se aprestan a debatir reformas a la Ley de Comunicación. Hay proyectos generados por los propios asambleístas y está a las puertas uno del Gobierno. El cambio político ocurrido en el último año hace indispensable un replanteamiento de la norma, teniendo en cuenta que se forjó sobre la base de una ideología populista cargada de hostilidad, revancha y odio.

“Asquerosos”, “escoria”, “corruptos”, “enemigos” o “basura”, entre otros, fueron calificativos cotidianos que el cabecilla de la llamada revolución ciudadana y sus corifeos endilgaron a la prensa durante una década. Junto con ellos llovieron acusaciones, juicios, multas y llamados de atención cuyo objetivo no era que la libertad de expresión fuera de todos, sino de quienes detentaban el poder político.

Destruido el prestigio y la credibilidad de los medios, el régimen podía hacer del Estado lo que bien le viniera en ganas, principalmente en el terreno de la corrupción y la ilegalidad. Nada de lo que informaran o criticaran tendría impacto entre el pueblo. Al amparo de la ley, por añadidura, los medios incautados se encargaron de difundir una propaganda engañosa, las fantasías y las mentiras del correísmo.

La Ley, según su aplicación, sigue representando una seria amenaza a la libertad de expresión, de información, de opinión y muy particularmente a la libertad de prensa. Con ella, desde el poder se aplicó sistemáticamente una política encaminada a destruir el prestigio y la credibilidad de los medios de comunicación que, contra viento y marea, se mantuvieron independientes.

FRASES

«Podemos detenernos cuando subimos, pero nunca cuando descendemos”.

Napoleón Bonaparte
Emperador francés (1769-1821)

«El exceso de severidad produce odio, como el exceso de indulgencia debilita la autoridad”.

Muslih-Ud-Din Saadi
Poeta persa (1184-1291)