La Ruta Escondida impulsa a las frutas, el paisaje y la religiosidad

IMPULSO. El turismo religioso se desarrolla en torno a la iglesia de Puéllaro, que reúne imágenes de hace cientos de años. (Foto: Municipio de Quito)
IMPULSO. El turismo religioso se desarrolla en torno a la iglesia de Puéllaro, que reúne imágenes de hace cientos de años. (Foto: Municipio de Quito)
PAISAJE. Desde el campanario de la iglesia de Puéllaro se observa el bosque seco que lo rodea. (Foto: Municipio de Quito)
PAISAJE. Desde el campanario de la iglesia de Puéllaro se observa el bosque seco que lo rodea. (Foto: Municipio de Quito)
OFERTA. El ingenio de los habitantes de la Ruta Escondida permite ofrecer productos diferentes, como el pan de camote. (Foto: Municipio de Quito)
OFERTA. El ingenio de los habitantes de la Ruta Escondida permite ofrecer productos diferentes, como el pan de camote. (Foto: Municipio de Quito)
BEBIDAS. Las frutas de la zona han servido para que Antonio Navarrete elabore cocteles de agradable sabor. (Foto: Municipio de Quito)
BEBIDAS. Las frutas de la zona han servido para que Antonio Navarrete elabore cocteles de agradable sabor. (Foto: Municipio de Quito)

Iglesias, paisajes, emprendimientos… están en las parroquias de este destino, al norte de Quito.

Una maravilla natural, cultural y gastronómica, con hermosos paisajes y un clima acogedor. Esas son las características que distinguen a las cinco parroquias que conforman la Ruta Escondida: Puéllaro, Perucho, Chavezpamba, Atahualpa y San José de Minas. Están a 60 km al norte de la capital.

A estos sitios iban los indígenas que vivían en Quito antes de la Colonia. Hoy existe mucho que contar y atractivos turísticos para mostrar.

Así, a una hora y media de viaje, pasando por Guayllabamba, se llega a Puéllaro, un pequeño valle escoltado por los cerros La Luz y El Campanario. Es la entrada a la Ruta Escondida, pero también es conocido como el ‘Jardín frutal del Ecuador’ por la variedad de frutas y productos que se dan en esta tierra. Su clima fluctúa entre los 14ºC y 20ºC, según Bryan Oña, un joven nacido en esas tierras que se ha interesado por promocionarlas turísticamente.

Hacia Puéllaro
Oña, convertido ahora en un guía de turismo, acompaña a viajeros nacionales y extranjeros por el sector. El recorrido se inicia en la iglesia de San Pedro o iglesia Nueva, cuya construcción data de 1820. Se trata de una obra monumental edificada con las manos de los pobladores de esta parroquia rural y cuyos planos fueron realizados por el padre Pedro Bruning.
Este templo ha sido adecuado como museo religioso y las torres, donde se ubican las campanas, se han convertido en mirador, desde donde se aprecia la belleza verde y tranquila de Puéllaro.

El padre Javier Garcés, párroco de Puéllaro, comenta que con el proyecto mirador Torres San Pedro de Puéllaro se quiere resaltar el valor arquitectónico del santuario.

Los guías, durante el recorrido interno y externo del santuario, se encargan de contar la historia y los datos generales de la población, así como de la construcción de la iglesia.

En este paraje hay muchos emprendimientos que tienen como ingrediente principal las frutas que se producen en la zona. Es el caso de Antonio Navarrete, quien da a conocer y hace probar la variedad de cocteles y bebidas de moderación elaborados en base a chirimoya, café, mandarina… Mientras que Marlene Vacas forma parte de un proyecto que busca fortalecer granjas agroecológicas y además dar un valor agregado a la uvilla, el camote y la jícama, que es un producto ancestral que lo están recuperando e integrando a la dieta diaria.

Perucho, la siguiente parada
Este lugar está lleno de colores, olores y sabores. Árboles de chirimoyas, naranjas, cerezas chinas, aguacates y guabas son un ejemplo de la fertilidad de las tierras de Perucho.

Esta parroquia también tiene una iglesia que fue construida en el siglo XVII. Su estructura de madera, propia del sector, constituye uno de sus atractivos.

Pero además los visitantes se regocijan con los cantos de los pájaros, observan desde el campanario a varias lechuzas, disfrutan de un licor de mandarina y se sirven el famoso sancocho peruchano elaborado con guineo del sector, fréjol, papas y carne de chancho. Asimismo, se oferta el caldo de gallina con camote dulce. Estos son dos de los platos que encantan a quienes llegan a este lugar. (CM)

Poblaciones antiguas
° Puéllaro y Perucho tienen construcciones muy antiguas, levantadas con adobe, madera y teja. Las iglesias de cada una de estas parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito tienen sus propias historias y relatos que hablan de identidad, religiosidad y cultura.

Variedad

Para degustar

° En las parroquias de la Ruta Escondida se degusta de chirimoyas, naranjas, mandarinas, limones, aguacates, entre otros.

° Se saborea vino de mandarina, licor de café o chirimoya.

° Y no faltan el pan de camote o de mandarina.