Farsa electoral

Franklin Barriga López

Se perpetúan en el poder cuando los totalitarios llegan a gobernar los países. Es muy difícil, luego, que permitan la alternancia, sólido cimiento del buen vivir, de la genuina democracia.

Venezuela, con las más grandes reservas petroleras del planeta y otras riquezas que le prodigó la naturaleza, atraviesa la mayor crisis de su historia: su población está sumergida en pobreza, desgobierno, falta de libertad, lo que ha producido el imparable éxodo de cientos de miles de habitantes, especialmente a las naciones vecinas.

Hasta antes del aparecimiento del autodenominado socialismo del siglo XXI, la patria de Simón Bolívar atraía a no pocos emigrantes de todos los confines, precisamente porque era tierra de promisión. Ahora, deprimente al máximo, con atmósfera represiva, miseria, inseguridad, corrupción e inflación que rebasan cualquier cálculo, está envuelta en la vorágine del desconcierto y el absolutismo. Solamente imperan actos represivos para quien piensa diferente, la desesperanza, el populismo cerril.

Se ha denunciado que “los militares son el verdadero poder detrás del trono”, ya que Nicolás Maduro, por su falta de preparación, es tan solo la marioneta visible. Los uniformados, que ocupan 14 de los 32 ministerios y gozan de privilegios exorbitantes, responderán en algún momento por su traición a los deberes que están obligados a cumplir con honor, dignidad, patriotismo.

Acaba de perpetrarse la farsa electoral por la que se tramó la prolongación del mandato del actual gobernante venezolano hasta el año 2025. El Grupo de Lima (Argentina, Brasil, México Colombia, Chile, Perú, Paraguay, Panamá, Honduras, Costa Rica, Guatemala, Canadá, Guyana y Santa Lucía), junto a los Estados Unidos y la Unión Europea rechazan este cínico, antidemocrático engaño.

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