Proceso educativo único

Ángel Polibio Chaves

Hace pocos días, la Asamblea aprobó el proyecto de ley reformatoria de la Ley Orgánica de Educación Superior, que parte de un enfoque distinto al que dio origen a dicha ley, puesto que ante la ocurrencia de algunos casos en los que se desnaturalizó el fin de tales instituciones, sustentó una ley que fue vista como necesaria, pese a que implicaba una fuerte intervención del Gobierno en todos los procesos.

La ley reformatoria corrige parcialmente el enfoque, pero en aspectos claves como el de la admisión y nivelación, persiste en el equívoco de considerar a la educación superior como independiente de la educación básica, ya que, ante la presión de importantes sectores sociales, delega en las instituciones de educación superior públicas la tarea de la nivelación, sin considerar que la diferencia en los niveles de preparación de los aspirantes no es posible superar en pocas semanas, ya que es producto de deficiencias graves en los niveles medio y primario. En otras palabras, pretende superar los problemas en la parte superior, sin observar que ellos están en la base.

En la discusión del tema, algunas universidades plantearon dejar a cargo del bachillerato la tarea de nivelación, mediante la dedicación del último año para hacerlo, a través de un proceso intensivo, primero, de definición de la vocación profesional de los estudiantes, y luego, de la superación de las deficiencias detectadas en asignaturas básicas para cualquier carrera. En este sentido, colateralmente, es de esperar que el reconocimiento de la educación técnica como de nivel superior, anime a muchos jóvenes a optar por ella; la revalorización de sus títulos y sobre todo las necesidades del desarrollo nacional, pueden también favorecer una racionalización del sistema y reducir la presión por carreras universitarias que, en algunos casos, no responden a las necesidades de formación del país y de nuestra juventud.