Nicaragua y Venezuela

Rosalía Arteaga Serrano

¡Qué frágiles son las democracias en nuestro continente! no se trata tan solo de los golpes duros, que fuerzas militares dan contra gobiernos constituidos, sino que inclusive gobiernos que llegan mediante elección popular se “acostumbran” al poder.

Sus líderes quieren quedarse indefinidamente, tuercen y modifican las constituciones, toman medidas en contra de sus propios conciudadanos, anulan procesos y manipulan elecciones, todo con el afán de perpetuarse en un poder al que se acostumbraron.

En estos momentos, los casos flagrantes de dictaduras disfrazadas de democracia en América Latina son los de Nicaragua y Venezuela.

En Nicaragua, el barco está tambaleándose. El descontento popular se manifiesta en las calles y ha hecho retroceder en algunos temas a la pareja gobernante. ¡Qué grave resulta decir eso!

Mas así es, marido y mujer en completa complicidad gobiernan al país centroamericano con mano de hierro y en medio de permanentes escándalos de corrupción. Pero el pueblo no se contenta con menos que con la salida de los gobernantes y un cambio de rumbo.

¿Y qué decir de la sufrida Venezuela, que languidece bajo el régimen dictatorial y corrupto de Maduro? Un régimen que hasta ha sido acusado de connivencia con los grupos de narcotraficantes a quienes supuestamente beneficia y protege.

Venezuela sufre, languidece y se desangra. Pierde las esperanzas, ante la impasibilidad de muchos.

Por ello hemos cuestionado duramente la actitud y las declaraciones de la canciller ecuatoriana, que no se ruboriza al momento de aprobar y hasta ensalzar a los dictadores. América no puede descansar tranquila mientras sigan en el gobierno de países hermanos, los Ortega y los Maduro.

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