Ni la sombra

Jorge Oviedo Rueda

A estas alturas de los acontecimientos para las mentes lúcidas del continente está más claro que el agua que el llamado “progresismo latinoamericano” no es otra cosa que un ingenioso mecanismo de reajuste de las estructuras del capitalismo regional y mundial. Algo así como una vacuna que pretende curar inoculando la misma enfermedad en el cuerpo enfermo.

El progresismo no es ni la sombra del socialismo. Que se haya levantado con el discurso ético del socialismo, es otra cosa. De ahí su poder hipnótico sobre las masas. Con el tiempo se ha demostrado que, después del fracaso de los “socialismos reales”, ha sido el más grande fraude histórico. Quitarle un bocado al banquete de la oligarquía, no es nada parecido a una revolución.

Sin embargo, los líderes del progresismo latinoamericano se han hecho acreedores al odio patológico de sus oligarquías respectivas, como es el caso de Lula, Cristina, Chávez, Maduro y Correa. Las fuerzas del imperio y sus lacayos locales arremeten contra ellos examinándoles con un microscopio atómico capaz de ver hasta las partículas cuánticas de su maldad. A nadie le quepa dudas de que con tan poderoso instrumento terminarán descubriendo esas partículas.

En Ecuador la Fiscalía del Estado acaba de vincular penalmente a Correa por supuesta participación en el secuestro de Balda. Balda, un prófugo de la justicia que los medios llaman “político“ sin que jamás haya hecho planteamientos para el país y cuya hoja de vida más parece la de un reo que la de un político.

El imperio y sus lacayos ya han aprendido que poco se gana con la violencia directa. Estos son otros tiempos. Ahora se trata de destripar al oponente, en público y a voz en cuello. ¡Y eso que Correa no es ni la sombra de un líder revolucionario y socialista!

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