Redacción QUITO
En buenas condiciones de salud se encuentra el cachorro de tigrillo que hace dos meses naciera en Quito, mediante cesárea practicada a su madre, herida de gravedad por mordeduras de perros, confirmaron hoy, miércoles 13 de junio de 2018, veterinarios y autoridades ambientales responsables de su cuidado.
Aún con emoción por este rescate, al que calificaron como un verdadero milagro, directivos del Instituto de Medicina de la Conservación de Fauna Silvestre (Tueri) confirman que también se trata de la primera vez que en Ecuador se realiza una cesárea a un ejemplar de tigrillo.
La cesárea fue practicada de emergencia para salvar a la madre y a los cachorros, de los cuales solo uno sobrevivió y ante la imposibilidad de ser amamantado por su propia progenitora, fue cuidado y alimentado por una gata recogida que tuvo 4 cachorros.
En la lucha por salvar vidas
La triste historia comenzó el 7 de abril pasado cuando la hembra de tigrillo ingresó a la clínica veterinaria en donde los médicos la estabilizaron y se dieron cuenta que estaba preñada y casi a término.
Se le estabilizó, se monitoreó a los cachorros frecuentemente y cinco días después de su ingreso y sabiendo que la hembra no iba a poder parir por sus propios medios, debido a que, por las heridas sufridas, tenía parálisis de las extremidades posteriores por una compresión medular a nivel de la columna lumbar, se le practicó la cesárea.
Uno de los cachorros no logró respirar a pesar del protocolo de reanimación manual que se le practicó, un proceso que lo hacen las madres cuando nacen por vía natural, dijo Carolina Sáenz, cirujana y coordinadora médico del Instituto Tueri-USFQ.
El cachorro que sobrevivió no fue acercado a su madre, porque ella no le iba a reconocer ya que no experimentó el proceso de parir y lo podía atacar, explicó Sáez, por lo que “fue criado por mi” y ayudados por una gata nodriza que fue recogida y que tuvo cuatro cachorros.
Ella ayudó en el cuidado del cachorro que sobrevivió a la cesárea y de otro de la misma especie que llegó a Tueri pocos días después del nacimiento del primero y que fue rescatado de un predio en el noroccidente de Pichincha, que lo estaban desbrozando para convertirlo en potrero.
Ellos aprendieron a orinar, defecar y sobre todo a no tener mucho contacto con los humanos. Ahora, ya con dos meses y dos meses una semana de edad cada uno, comen solos, se han criado juntos y deberán ir a otro lugar para crecer lejos de los humanos con el fin de conseguir su liberación, manifestó Sáenz.
Dos meses después la tigrillo hembra rescatada ya camina, orina y defeca por sí misma y se espera que en dos meses más, después de que recupere sus fuerzas y aumente su musculatura sea liberada.