VIOLENCIA ESCOLAR, ABUSOS SEXUALES Y OTROS

Atilio Rugel Albán

«Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el venenos del miedo… el miedo al cambio» (Octavio Paz). Asombra que en el período lectivo 2017 – 18 se hayan registrado 2.102 casos de violencia, tema que debe atenderse de manera urgente, comenzando por hacer cambios en la Ley Orgánica de Educación que para los analistas expresan que es muy permisiva que limita el accionar de los profesores. La muerte de la estudiante Brithany que tenía 11 años y que fue golpeada por cinco de sus compañeros de aula de clase y la de otro estudiante de otro plantel que se había suicidado dejando una carta donde explicaba los motivos que obedecían al acoso escolar (buylling). Estas situaciones nos revelan que no existe una verdadera coordinación entre quienes forman el triángulo del sistema enseñanza – aprendizaje: alumnos – profesores – padres de familia y sobre todo las autoridades que deben hacer mayor convivencia con los establecimientos. Los departamentos que deben desplegar una acción directa y que en este caso se llama Departamento de Consejería Estudiantil deben tener mayor ahínco y perseverar en un contacto más directo con los alumnos, sobre todo ahora que se encuentran estudiantes de colegios vendiendo drogas, a otros con armas y a quienes amenazan a sus profesores cuando van a repetir el año por mala aplicación en el estudio y si no se les aplica sanciones que en otros tiempos se los expulsaba luego de muchas advertencias; hacen que sus pasos equivocados los fortalezcan a sabiendas que tienen libertad para actuar. En Esmeraldas hasta hace un par de años atrás en el Parque Infantil los que salían de la jornada de la tarde protagonizaban contiendas bochornosas donde varones y mujeres por diversos motivos se peleaban a golpes, con piedras y palos y con un vocabulario impublicable donde no se respetaban niños ni personas mayores que acudían a este centro. Dentro de los planteles muchos cometían fechorías al punto de que los más grandes les pegaban a los pequeños y les quitaban el dinero que sus padres les daban para satisfacer necesidades de alimentación, muchos Inspectores encargados de la disciplina descuidaron un poco su labor lo que trajo como consecuencia realidades que se pudieron evitar. Conocemos porque no es nada nuevo lo que se está expresando que muchos estudiantes se fugaban de las clases y asistían a centros de diversión donde nadie los controlaba y daban rienda suelta a cuestiones negativas. En esto tienen mucha culpa los padres de familia que muchas veces los matriculan y le encargan todo el peso del control a los educadores. De nada servirán los logros que se propone el Ministerio de Educación con el Plan Nacional de Convivencia Armónica y Cultura de Paz: «Más unidos, Más protegidos» si no se refuerza la enseñanza de Valores y se retoma la materia de Moral, Urbanidad y Cívica que ayudaban en la mejor conducción del estudiante y, si los padres de familia no ejercen un control más estricto sobre todo en hogares disfuncionales y donde la jornada de trabajo no les permite mayor contacto con sus hijos, se estará arando en el mar. Se espera que se ponga atención al fenómeno social que se da en educación y que la permisibilidad que se ha operado está avocando al descarrilamiento de un tren que les fallan sus frenos.