Los ponchos, una artesanía que identifica a los otavaleños

Producto. Enrique Morales muestra una de sus creaciones con el tradicional color rojo.
Producto. Enrique Morales muestra una de sus creaciones con el tradicional color rojo.
Elaboración. Una mujer kichwa trabaja un poncho en uno de los telares artesanales.
Elaboración. Una mujer kichwa trabaja un poncho en uno de los telares artesanales.
ESFUERZO. Un trabajo minucioso conlleva la confección de los tradicionales ponchos de Otavalo.
ESFUERZO. Un trabajo minucioso conlleva la confección de los tradicionales ponchos de Otavalo.
Comercialización. Turistas visitan La Plaza de los Ponchos atraídos por los colores de sus artesanías.
Comercialización. Turistas visitan La Plaza de los Ponchos atraídos por los colores de sus artesanías.

Redacción OTAVALO

El trabajador otavaleño Enrique Morales, junto con su familia, se dedica desde hace más de 30 años a la confección de ponchos. Su producto ha rebasado fronteras, lo exporta a otros países y de esta manera promociona las artesanías que se ofrecen en esta ciudad. El gusto de laborar en lana de oveja y alpaca lo heredó de sus antepasados. Ha utilizado una variedad de diseños autóctonos, los mismos que representan la cultura del pueblo kichwa.

También confecciona chalecos, bufandas, bolsos y más. “Pero a lo que más nos dedicamos es a trabajar en la fabricación de ponchos utilizando telares, que son los más apreciados por los turistas extranjeros que visitan esta ciudad”, comenta mientras indica la variedad de modelos que oferta.

Costos
El precio de los ponchos depende del tipo de lana, hilo y diseño; van desde los 25 dólares en adelante. Según Morales, también existen los tradicionales ponchos de dos caras que los utiliza la propia gente kichwa y que pueden llegar a costar hasta 50 dólares. Se los usa en compromisos especiales, como matrimonios y otros tipos de celebraciones sociales.

Hacer un poncho en estos telares es más laborioso, pero se obtiene un producto de mejor calidad, argumenta. En hacer una sola prenda de estas se demora aproximadamente un mes.

La lana de borrego que utilizan es aún hilada a mano y es teñida con tintes naturales. Antiguamente, los tejedores tenían sus telares en el piso y se sentaban sobre una estera hecha de totora, hoy se han modernizado.

Artesanales
Los turistas nacionales y extranjeros compran los trabajos de Morales porque son elaborados cien por ciento a mano. Los tapices y los ponchos se comercializan por la calidad en su hechura y los detalles artísticos que se imprimen. Son varios siglos que los artesanos kichwas se han dedicado a trabajar en la elaboración de este producto.

EL DATO
El nombre Plaza Centenario de la feria se dio por el año de su creación.Cada obrero tiene su propio taller, donde se trabaja en familia como una forma de emprendimiento. La excelente calidad de los tejidos y una demanda cada vez más creciente de estos productos hizo que se requiriera de mayor fuerza de trabajo. Entonces, los pioneros recurrieron a familiares y compadres para formar micro empresas y poder vender sus tejidos alrededor de todo Ecuador.

Tradición histórica
En la actualidad aún se conservan los telares de madera, pero fueron modernizados y los tejedores utilizan sillas y otros implementos. Ahora hacen cuatro ponchos en una semana. La mayoría de estos se realizan con figuras de las distintas nacionalidades.

En Otavalo existieron ‘indígenas mercaderes’ denominados mindaláes, durante el siglo XVI. No vivían en sus comunidades, sino en sitios estratégicos. Desde el punto de vista del intercambio comercial, su posición de agentes viajeros les ubicó en un lugar privilegiado: el Mercado Centenario o Plaza de los Ponchos.

Su creación fue en 1929 en el cambio de villa a cantón Otavalo. La feria se efectuaba únicamente los sábados. Los artesanos ofrecían sus productos que exhibían en el piso. (PMHR)