¿900 ml. igual a 1 litro?

Ángel Polibio Chaves

Algún “especialista” en mercadeo habrá sugerido a algún “especialista” en finanzas, como una forma de incrementar la utilidad de ciertos productores de artículos de primera necesidad, la ingeniosa fórmula de engañar a los consumidores, entregando un producto que generalmente se acostumbraba a venderlo en envases de un litro o mil mililitros, que es su equivalente, en envases de novecientos mililitros; así, en cualquier estantería de cualquier lugar de expendio de este tipo de artículos, es fácil encontrar aceite o leche, en “prácticos” envases de 900 mililitros. Igual, en el caso del café instantáneo, la presentación de 200 gramos, se redujo a 170 gramos.

Si este arbitrio se tradujera en una reducción proporcional del precio de venta, no habría razón para reclamo; infortunadamente no es así, pues los precios de venta de estos productos no se redujeron al reducirse la cantidad entregada al consumidor, sino que se mantuvieron y luego siguieron la tendencia alcista de muchos otros bienes y servicios que se ofrecen en el mercado.

Pero esta irregular situación no tendría mayor impacto si se tratase de artículos suntuarios o destinados a ciertos segmentos de altos ingresos; no, se trata, como se señaló, de bienes como la leche, el aceite de cocina o el café soluble, que son bienes de consumo masivo y que como tales, son demandados por todo tipo de hogares, indistintamente de sus ingresos.

La pomposamente denominada Superintendencia de Control del Poder del Mercado, parece no haber advertido esta situación, pues no se conoce que haya tomado alguna medida frente a esta práctica irregular, que desde luego afecta también a la competencia, ya que no son todas las empresas las que la utilizan, pues felizmente para la mayoría de los productores de leche o, de aceite o de café, mil sigue siendo igual a mil.