Las debilidades en las políticas gubernamentales, aplicación de controles, corrupción y la apertura de mercados son los puntos donde el país está fallando en la lucha contra el contrabando.
Según el índice Entorno Global del Comercio Ilícito, Ecuador ocupa el puesto 60, entre 80 países a nivel mundial, por sus debilidades estructurales para combatir el contrabando. En Latinoamérica, el país se ubicó en el puesto 12 de 19, solo por encima con economías con altos niveles de ilegalidad, como Venezuela o Belice.
Ecuador reprueba en los cuatro factores medidos: como políticas gubernamentales, condiciones internas, transparencia y reglas claras, e incentivos para que los consumidores compren productos legales.
Aunque la Cámara de Industrias se encuentra realizando un estudio y una evaluación para verificar la pérdida que produce el contrabando, un último documento, elaborado hace pocos años, estableció que el Estado pierde anualmente aproximadamente 278 millones de dólares por la evasión de aranceles y 307 millones por no cobro del IVA. Sin embrago, según datos de la Aduana se calcula que el balance entre la reducción de importaciones y el cobro por concepto de las tasas arancelarias arroja entre 800 millones y 1.000 millones de dólares en productos de todo tipo que ingresan al país a través del contrabando. Esto representa aproximadamente casi 1% del PIB.
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400.000
dólares en contrabando encontró el Servicio de Aduanas solo la última semana.
Pedro Mendoza, empresario en la industria del plástico, explicó que este fenómeno perjudica, al no percibir el pago de impuestos. Además, indicó que Ecuador es un lugar vulnerable ante esta situación, debido a su ubicación geográfica. “Con el contrabando perdemos todos”, dijo.
Consideró que un elemento importante para enfrentar este problema es la concienciación para que los ecuatorianos compren productos legales.
Javier Díaz Crespo, presidente de la Asociación de Industriales Textiles de Ecuador (AITE), comentó que uno de los instrumentos para encubrir el contrabando es la subfacturación que, pese a los controles aduaneros, persiste. (JS)