Arte: Homenaje al maestro Oswaldo Viteri

Maestro. Oswaldo Viteri, junto a su ‘Autorretrato’, en el MET-Quito, n el montaje de su muestra en 2014. (Archivo)
Maestro. Oswaldo Viteri, junto a su ‘Autorretrato’, en el MET-Quito, n el montaje de su muestra en 2014. (Archivo)
‘Coro negro de voces blancas’
‘Coro negro de voces blancas’
‘En una encrucijada del cielo me espera una casa con luceros’
‘En una encrucijada del cielo me espera una casa con luceros’
‘Ritual brujo del misterio’
‘Ritual brujo del misterio’
‘Homenaje a Caspicara’
‘Homenaje a Caspicara’
‘Autorretrato’
‘Autorretrato’
‘Viteri sept. 2011 12’
‘Viteri sept. 2011 12’
‘Viteri sept. 2011 57’
‘Viteri sept. 2011 57’
‘Viteri sept. 2011 67’
‘Viteri sept. 2011 67’
‘Viteri sept. 2011 68’
‘Viteri sept. 2011 68’

Marco Antonio Rodríguez* “Moriré con el pincel en la mano y una partitura musical en mi almohada”, me dice Oswaldo Viteri, el maestro del mestizaje de las artes visuales latinoamericanas, mientras que en sus ojos bulle el niño grande y triste que siempre lo habitó. Pero sonríe, y en ese gesto se manifiesta otro de los signos de su ciclónica personalidad: su reciedumbre civil y humana.

Jamás el artista ha bajado su cerviz ante el poder. Su creación visual se ha impuesto por su grandeza —una de las más eminentes de la plástica hispanoamericana del siglo XX—, sin recurrir a séquitos de áulicos y marchantes que acompañan —suerte de comparsa que rezuma codicia— a muchos de los grandes artistas. No hay soledad más dilatada que la de aquellos creadores que han accedido a los más altos vórtices del espíritu: este es el caso de Viteri.

Agustín de Hipona sabía lo que era el tiempo, pero si alguien le preguntaba qué era, carecía de respuesta. ¿Por qué viene a mi memoria esta ‘confesión’ de Agustín? Porque no sé si en este instante ingreso a los sótanos de la casa de los ancestros de Viteri, en los cuales, cuando niño, solía enceldarse, y estrujando y abriendo sus ojos, imbricaba en su ser la lección indeleble del blanco y el negro. ¿Casualismo? En todo caso, aventura premonitoria de lo que sería el modo de resolver su vida y su obra. El negro y el blanco refundiéndose en una sola conmoción hechizante.

Un elemento único
Karl Jaspers advirtió que en los grandes espíritus hay siempre un elemento de hechicería. ¿Quién podría negar que esta se desborda en la magna obra de Viteri? Blanco y negro. Vida y muerte. Amor y desamor. El bien y el mal. Lo sagrado y lo profano. Negro y blanco, los estados puros del arte pictórico, y también de la vida. Inmolación y júbilo, obra que progresa a su propio comentario, que integra su elucidación: su doble lenguaje. Viteri concibe el trazo material asimilado a un lenguaje-objeto (sus muñecos de trapo, arpilleras, casullas, cáñamos, medallas…), en el caso de sus ensamblajes que condensan nuestro mestizaje o la densidad de la materia en sus otras expresiones…

Abordaje
Ninguno de los artistas de su generación ha hurgado tanto como él en los laberintos de la condición humana. (¿A qué museo del mundo irán sus ‘Desastres de las guerras’, testimonio excelso y atroz de lo que somos para que en ese fresco se vea la humanidad en los tiempos que vendrán?). “A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño”, dijo Picasso. ¿Viteri nació con ese don extraordinario? Pienso que sí. En un solo golpe de sangre erige un desnudo, un taurino, un zen… que obnubila al observador. “El aire que existe en los dibujos es lo mejor de los dibujos —escribió Viteri en los tramos iniciantes de los setenta— pero es necesario hacer muchos dibujos para que este sea transparente”.

TOME NOTA
La galería atiende de martes a viernes de 09:30 a 13:30 y 15:00 a 19:00. Sábados de 10:00 a 17:00.El arte pictórico comienza apenas concluida una obra o agotado un ciclo —una serie, en el caso del gran maestro, sus collages, sus ‘Desastres de las guerras’, sus taurinos, sus ‘Cabezas’, sus ‘Desnudos’…— y se afina, al instante de iniciar otra obra u otra etapa. El itinerario creacional de Viteri es fiel reflejo de esta aserción. De aquí también su grandeza. Viteri jamás ha cesado de buscar, nunca se ha detenido en lo hecho. Sin más reposo que él mismo, sin más gozo y dolor que él mismo, sin más rebelión y sosiego que él mismo, ha ido divulgando la terrible maravilla de la vida que es su excelsa obra pictórica.

Soledades y muchedumbres (sus criaturas geniales de su ciclo español o sus muñecos congregados en sus ensamblajes, suma y esencia del mestizaje), confirmaciones espasmódicas del siglo que vivió (su histórica serie Los desastres de las guerras), amor y desamor, olvidos y desolvidos, negación y certidumbre de todos y de todo, su expedición sacrificial y única al fin de su viaje al corazón.

Hay en los textos zen un elemento llamado ‘ko-tzu’ que significa ese genial espontaneísmo del que hay que acusar a este excepcional artista: dominio de un original conocimiento del mundo, la humanidad y las cosas. Esta precisión lleva hacia una más propia comprensión de la soberbia creación de Oswaldo Viteri, el inmenso artista que dio Ecuador y América al mundo.

Un pincel me persigue como un ánima luminosa cuando salgo de su casa-museo, y una melodía —caída del cielo y emergida de las entrañas de la tierra— se cuela en los oídos de mi alma.

*Escritor y crítico ecuatoriano.

El artista

En detalle

° Nació en Ambato, el 8 de octubre de 1931.

° Pintor, escultor, muralista y arquitecto.

° Trabajó junto a Oswaldo Guayasamín en el mural del Ministerio de Obras públicas.

° Su trabajo ha sido parte de las bienales de Córdoba (Argentina) y Sao Paulo (Brasil).

° Su obra está en grandes museos y galerías del mundo, como la de Uffizi.

° Dos veces ha sido candidato al entonces Premio Príncipe de Asturias.

Homenaje

Ileana Viteri

…No he podido evitar construir esta pequeña muestra después de visitar el nuevo Museo Nacional. Qué felicidad, por un lado, me ha dado encontrar la riqueza de la arqueología en diálogo con el arte colonial, con el arte republicano y moderno, y también en diálogo entre ellos mismos, acercándome y a todos supongo, otra vez a nuestro sentido de pertenencia, de un ser y estar en el tiempo y en este espacio de la tierra en la mitad del mundo americano, que también es espacio del hacer y del crear no sólo con las manos sino con la mente o la conciencia.

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