APORTES “CHIMBOS”

Fausto Jaramillo Y.

Cómo herencia del gobierno anterior, el diccionario del Derecho Penal se ha enriquecido con dos nuevos conceptos: el “error de buena fe” y el “error inexcusable.

El primero está reservado para los funcionarios de mayor rango: es decir, aquellos que cumplen tareas en el Poder Ejecutivo en calidad de Presidente, Vicepresidente, Ministros, Subsecretarios y Directores departamentales y que por sus propias funciones deben firmar documentos que comprometen recursos económicos del Estado.

Estos funcionarios, al ser tan cercanos a la autoridad mayor, se les permite cometer errores en el diseño, contratación y ejecución de cualquier proyecto; no importa si en el contrato aparece un sobreprecio de 42 millones de dólares que debe desembolsar el Ministerio de Finanzas. Si alguien se percata de lo erróneo de esa cifra, el funcionario puede acogerse a esta figura jurídica y nadie, absolutamente nadie puede iniciarle un proceso de infracción o de delito penal, porque se trata de un error de “buena fe”.

En cambio, el segundo concepto, el del “error inexcusable” está destinado a controlar los pasos de los funcionarios judiciales para que no apliquen la ley cuando alguno o algunos de los imputados en una denuncia o en un juicio, pertenezcan a la “gallada” del Presidente. La única persona que puede opinar en esos casos es el propio mandamás, sin que nadie pueda osar discutirlo u opinar, caso contrario, le caerá una sanción disciplinaria de suspensión de sus funciones por un tiempo limitado e incluso, si el caso lo amerita, el mayordomo mayor puede ordenar la cancelación de fiscal o juez que se haya atrevido a incoar un proceso en contra de su voluntad.

Como vemos, la Jurisprudencia ecuatoriana ahora puede vanagloriarse de haber contribuido de manera tan eficiente a la impunidad con la que deben estar protegidos aquellos personajes que se sacrifican por la patria y por sus bolsillos. En otros países, atrasaditos como son, se encuentran luchando contra es impunidad aduciendo que es uno de los peores males de la convivencia social, pero el innombrable pensó lo contrario y, tan iluminadito, como él es, ordenó que se configurara estas nuevas figuras jurídicas.

El problema es que se le acabó el Poder y ahora anda quejándose de que le hayan involucrado en infracciones y delitos que lo pueden llevar a la cárcel, y sus abogados, al parecer, se han olvidado de estas figuras jurídicas que le pueden librar de tanta vergüenza; incluso ya no están aquellos que podían imponer, con dedo sancionador, esa figura del “error inexcusable” y los fiscales, fiscalizan, y los jueces lo están implicando en esos juicios.

¡Qué pena! Sus aportes a la ciencia jurídica no sirven para nada, han sido “chimbos”.