A derrotar al monstruo

Orlando Amores Terán

Para destruir un monstruo, hay que aliarse a otro engendro, aplicando el principio: el enemigo de mi enemigo, es mi amigo, hasta que se vuelva mi enemigo. EEUU se vieron forzados a aliarse con stalinistas, para derrotar nazis. Luego volvieron a perseguir comunistas. Del mismo modo actuó la CIA con Noriega, dejó que lave dinero, mientras era aliado contra el comunismo, hasta comprobar su traición, puesto que un sector de narcos, financiaba la guerrilla comunista, a cambio de protección de sus laboratorios en la selva, a través de empresas panameñas, a donde llegaba el dinero producto de embarques que hacían desde Cuba y Nicaragua, controladas por comunistas que convirtieron el marxismo en castro-narco-comunismo, para expandirlo en América, e inclusive financiar movimientos europeos, como «podemos» en España.

Para hacerlo, niegan sus propósitos, desvían la atención, provocan distracciones, escándalos. La política del cinismo se basa en este método. Por ello, cuando se atrapa a un político narco-comunista, cometiendo fechorías, lo primero que hace es descalificar a sus oponentes y destacar sus «logros», con la certeza de que nadie prestará atención a su delito, pues estarán ocupados alabando sus «obras»; hasta que se vuelve un argumento amoral entre los mentalmente débiles: «todos roban, pero al menos éste, hizo obras».

Al narco-comunismo no le interesa controlar conflictos. El objetivo es controlar la deuda que el conflicto produce; por ello se «desmovilizan», crean partidos políticos, se toman estados. El valor del conflicto está en la deuda que crean. Si controlan la deuda, controlan el país; por eso saquean los bienes nacionales y endeudan a los estados, a través de otros similares, como China, Irán; trasladando el poder económico, a la órbita comunista.

Es ése poder lo que hace verlo al lobo, más grande de lo que es; por eso hay que perderle el miedo, para entonces observarlo en su vulgar dimensión. Al narco-comunismo hay que combatirlo a todo nivel: económico, político, cultural, para evitar el esclavismo que propaga a través de la apropiación de medios de producción y la anulación de la iniciativa individual.

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