Correa a la retórica

Víctor Cabezas

La orden de prisión preventiva dictada contra de Rafael Correa ha originado que el expresidente se vuelque a los medios de comunicación para denunciar lo que considera una persecución política destinada a alejarlo del país. El presidente no aporta ni un solo argumento, ni una sola evidencia, ni una sola explicación al presunto crimen de estado cometido en contra de Fernando Balda.

Sigue siendo preso de una retórica, que domina como ninguno, y que durante su mandato le permitió pasar el agua por vino, mostrar la anulación de libertades como socialismo y la infamación pública de opositores como democracia.

Esa retórica de la que se graduó como maestro no lo podrá salvar. Miles de horas de exposición en medios de comunicación lo forzaron a criticarlo todo, a despotricar contra las Cortes, los Derechos Humanos, los periodistas, los abogados, el debido proceso, las leyes del pasado y un largo etcétera. Su personalidad megalómana lo llevó a destruir desde su magnífica retórica todo lo que no fue hecho o convalidado por él.

Resulta hipócrita que Rafael Correa se pasee por los medios de comunicación buscando atención frente a una actuación judicial cuando a lo largo de su Gobierno insultó a los medios que daban escucha, con total legitimidad, a los imputados en procesos judiciales.

Es jocoso que ahora señale que ningún organismo internacional validará la solicitud de prisión preventiva, cuando en el pasado fue uno de los detractores más agresivos de los sistemas de protección de Derechos Humanos.

Correa no ha entendido que debe defenderse desde los argumentos jurídicos y no desde una retórica que, sumada a un aparato brutal de propaganda, le sirvió para ser todopoderoso durante los últimos años. Ahora deberá defenderse como un ciudadano común: con la ley en la mano.

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