La comunidad de Huayra Yacu, en la Amazonía, está protegida por un oso

CUIDADO. Según la historia, la comunidad protegía al animal. (Foto referencial: ecuatorianoenvivo.com)
CUIDADO. Según la historia, la comunidad protegía al animal. (Foto referencial: ecuatorianoenvivo.com)

Hace muchos años llegó del Huayra Pungo un hermoso osezno de gran obediencia, cubierto de profundas heridas por todo su cuerpo. El animal buscó refugio en los matorrales cercanos al río, donde queda actualmente la comunidad de Huayra Yacu (Napo), esperando, aparentemente, que le llegara la muerte.

Un joven indígena que llegó al lugar en busca de agua escuchó los gemidos lastimeros del desdichado oso y, compadeciéndose del sufrimiento que tenía, le recogió y con un gran esfuerzo le llevó a su chacra para curarlo.

Fue ahí donde le brindó toda clase de cuidados, limpió sus heridas y las desinfectó con sangre de drago, que al mismo tiempo las hacía cicatrizar. Además, le alimentó con frutos de la selva y de esta manera logró salvar la vida del pequeño animal, que a los dos meses de estar a su lado, correteaba tras el muchacho, a quien había identificado como su amo.

Sin denotar siquiera el haber estado al borde de la muerte, demostraba docilidad. Por esto, la comunidad lo adoptó y lo convirtió en su mascota preferida.

Protector de la aldea

Pasó el tiempo y el oso creció llegando a medir en su edad adulta un poco más de 2 metros. El enorme animal tenía el cariño y el respeto de todos los habitantes de ese sector. Cierto día, de forma inusual, desapareció y la gente, preocupada, se reunió para salir a buscarlo, pero el mamífero al poco tiempo regresó con una enorme guatusa en el hocico, la cual la depositó a los pies de los indígenas, con la que prepararon una suculenta mazamorra.

Esta extraña actividad del oso se volvió una rutina justo en los momentos que la aldea necesitaba más alimentos, pues estaban atravesando por una fuerte sequía. Es como si de repente el animal hubiera comprendido la gran necesidad por la que pasaba la comunidad y de esta forma les devolvía todo el cariño y cuidado que recibió cuando pequeño. Increíblemente y por un misterioso milagro de la naturaleza, el coloso ejemplar se había convertido de protegido en protector.

FAUNA. El oso es uno de los ejemplares que habita en la Amazonía ecuatoriana. (Foto cortesía)
FAUNA. El oso es uno de los ejemplares que habita en la Amazonía ecuatoriana. (Foto cortesía)

Susto

Pero en una de sus salidas, el oso ya no regresó. Entonces, la gente desconsolada y triste se preguntaba qué podía haberle pasado, puesto que en esos tiempos se comentaba que por las laderas del cerro Huayra Pungo rondaba un enorme y sanguinario puma, en acecho constante de sus infortunadas víctimas.

Esta noticia y la pérdida de la mascota protectora hizo cundir el miedo y el desaliento en los indígenas, quienes dejaban en las noches grandes fogatas prendidas en la aldea con el fin de ahuyentar al peligroso felino.

El Dato
En la Amazonía ecuatoriana hay pueblos y nacionalidades que tienen muchas leyendas para contar. Acontecimiento

Una mañana, el joven indígena que salvó al oso salió a visitar a una chica de una aldea cercana. Fue tan amena y dulce la conversación que el tiempo literalmente pasó muy rápido. La noche llegó y pese al temor y los peligros que corría en la selva, el chico decidió regresar a su casa.

Entre lodazales y quebradas avanzaba, cuando de pronto, apareció un inmenso puma. Él quedó paralizado del miedo y a merced de las filudas garras y temibles colmillos del felino asesino, pero inmediatamente se proyectó una sombra gigantesca, era el oso que se interpuso entre él y el felino.

Las dos bestias se enfrentaron en un mortal combate. Los gruñidos y zarpazos se confundían con el ruido de ramas quebradas. No pasó mucho tiempo y al final el enorme puma rodó con la garganta totalmente desgarrada.

El oso se acercó y recostó su enorme y sangrante cabeza sobre el hombro aún tembloroso de su joven amo.

Finalmente, regresaron juntos a la aldea y el animal se convirtió desde aquel día en un guardián protector de esa comunidad. Hasta que después de muchos años, sintiéndose viejo y enfermo, se encaminó hacia el cerro de la Puerta del Viento y nadie volvió a saber nada más de él.

(Libro de Cuentos y Leyendas
de la Amazonía)