Una ‘guerra’ para dictadores

Alejandro Tagliavini

Debido a la “guerra contra las drogas”, inhumana y cruel como pocas, desde que comenzó con Nixon fueron encarceladas 40 millones de personas y solo en México, desde 2006, murieron más de 80.000. Es la consecuencia de la represión al establecerse una prohibición que pareciera ser solo un negocio de políticos y burócratas.

¿Cómo se explica que en EE.UU., el país con las fuerzas de seguridad mejor equipadas del mundo, sea donde más consumidores existen, es decir, donde más tráfico hay? ¿Son tan ineficientes estas fuerzas o existe connivencia entre traficantes, políticos y policías?

¿Es lícito utilizar la violencia para evitar que alguien se suicide? No es lícita la teoría del mal menor como claramente lo dijo Juan Pablo II en su Encíclica “Veritatis Splendor”. Y, además, ¿son drogas tan nocivas? Sin dudas, pero curiosamente otras que son “legales” están causando más daño. Otro argumento es que se trataría del derecho a la legítima defensa ya que los drogadictos serían personas peligrosas para la sociedad.

En primer lugar, no está claro que sean de suyo peligrosos, más bien parecen disminuidos físicos y mentales; en cambio sí es creíble que, una vez criminalizados por el Estado, se conviertan en delincuentes ante la imposibilidad de conseguir calmar su adicción por vías normales y a precios no monopólicos

La disyuntiva es monopolio de los funcionarios o regulación natural del mercado. En contraposición con lo que ocurre en países represores, en Portugal, donde la droga es más libre, el número de delitos y drogadictos es menor.

Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en Portugal ocurren 0.5 homicidios anuales por cada 100.000 habitantes, mientras que en EE.UU. son 4.7.

*Miembro del Center on Global Prosperity, de Oakland, California. @alextagliavini