¿Qué nos dejó el Mundial?

Fabián Cueva Jiménez

Celebración de Macron, carisma de Kolinda Grabar y protesta contra Putin; burla de colombianos, caídas de Neymar, himno de Messi, VAR o acercamiento a la verdad; tristeza de Modric, decisión de Mbappé, euforia; humildad de croatas, cultura de japoneses, pasión de mexicanos; danza millonaria, meditación de Lukaku y su nacionalidad; calle de honor entre los mejores, vista perdida de Maradona y más hechos. Para analizarlos. Alberto Camus habla de las experiencias dadas por la vida a través de este deporte, especialmente en lo moral. Un entrenador dice que el fútbol no solo es correr detrás de un balón, es inculcar principios para finalmente obtener mejores personas.

El fútbol tiene dos espacios: juego espontáneo, lúdico, voluntario, sin interés material, con valores intrínsecos; y el profesional: trabajo obligatorio, actores y valores extrínsecos, intereses económicos y políticos. Para la educación tienen las mismas características y normas: regulan el juego, dan igualdad de oportunidades, enseñan valores, trabajo, integración, esfuerzo, superación, solidaridad y ética.

El valor formativo del fútbol es claro, se transforma en una herramienta poderosa para la educación, pedagogía y didáctica, si el maestro sabe aprovecharla. Aparte de valores, se puede enseñar geografía, idiomas, física, incentivar la lectura y competencias viso-espaciales, con un profesor líder, ejemplo de entrenador competente.

Este país no necesita una selección de fútbol para salvarse, de una pasión desenfrenada para vivirla, requiere de la práctica de un deporte universal como el fútbol, para educar. Es la oportunidad para la educación, de buscar auspiciantes y con juego limpio crear bibliotecas y escuelas. Cada experiencia hay que aprovecharla.

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