Son la misma cosa

El 19 de julio de 1979, Daniel Ortega era un héroe al frente de la insurrección que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza. Hoy, 39 años después, gobierna Nicaragua junto a su esposa, Rosario Murillo, aferrado al poder –como suelen hacer todos los socialistas de este siglo, en medio de protestas que reclaman su salida.

Él es un exguerrillero de 72 años, admirador del Che Guevara; ella, una poetisa excéntrica de 67 años ataviada de pulseras y pañuelos, que ejerce el poder detrás del trono, desde su cargo de vicepresidenta.

En medio de la crisis desatada desde abril, Ortega pasó de tener altos índices de popularidad a un rechazo de 63%. Poco queda de aquel líder revolucionario que ilusionó al continente. El mundo lo señala como responsable de una feroz represión, que acumula al menos 350 muertos en tres meses, unos 1.500 heridos y un número no precisado de detenidos y desaparecidos. También existen las ‘operaciones de limpieza’ por parte del Estado, ignorando la vía del diálogo y realizando detenciones masivas y asesinatos.

Murillo, en tanto, ignora el uso despiadado de la fuerza y describe la ola de violencia como “tiempos de oscuridad” provocados por “malignos”. Con la economía en caída libre y aferrada al poder, la pareja presidencial se ha negado a adelantar elecciones para solucionar la situación. Antes el poder era para el pueblo, hoy es para su familia. Defiende ese poder con los mismos instrumentos de la dictadura somocista. Por eso en las calles se lee: ‘Daniel y Somoza son la misma cosa’.


No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico”. Aristóteles Filósofo griego (384 AC-322 AC)

Los gobiernos son velas; el pueblo, el viento; el Estado, la nave, y el tiempo, el mar”. Ludwig Börne Escritor alemán (1786-1837)