Escuchar el silencio

Mariana Velasco

Tan importante como la palabra, es el silencio, y a este no se le da la trascendencia que tiene; lo que uno calla, expresa más de nosotros que lo que decimos. Si se cuestiona un asunto, si se debaten propuestas sobre temas públicos y trascendentes, es común silenciarlos, ignorarlos, desviar la atención. El silencio dice mucho. Hay quienes asumen que es dar la espalda a lo que necesita de respuesta; otros hablan de cobardía, falta de solidaridad y humanidad.

Se habla también de él como un arte, como esa capacidad de saber callar cuando no se tiene nada que decir. Sí, a veces las palabras solo sirven para llenar el vacío aterrador del silencio con más vacío. Porque el silencio es aterrador, por esa capacidad que tiene de enfrentarnos a nuestras verdades.

Es difícil poner punto final donde se debe. No antes ni después. Es necesario, ya que jamás equivale a los puntos suspensivos del silencio. Desde luego, hay silencios buscados y otros impuestos, (obligados o esbirros). En todos los casos se relacionan con la emoción, sea para acallarla o para señalar la dificultad de nombrarla.

El silencio en política es más que callar, (ausencia de palabras) es demostrar respeto y manejo de los tiempos. Más que impulso, es el sigiloso caminar de quien sabe a dónde se dirige. La vicepresidenta María Alejandra Vicuña, guardó silencio ante la llegada y presencia del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. En rigor protocolario, era a ella a quien correspondía recibirlo y acordar con su par político.

Desconocemos si su presencia resultaba incómoda e inoportuna para la visita. Para quienes militan en la izquierda, la llegada de Pence, consideran como imposición grotesca a nuestra soberanía, lo que al menos en el discurso, la vice siempre combatió.

María Fernanda Espinosa, al ser designada como presidenta del setenta y tres período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, también guarda silencio, quizá porque hay una carga de gran prestigio por su visibilidad mundial. Atendamos no solo a las palabras sino también al silencio.

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