Bonusfobia

ORLANDO AMORES TERÁN

Hay que ponerle nombre al tráfico de drogas, al tráfico de órganos, al tráfico de blancas; porque traficar, es comerciar, y la comercialización es una actividad lícita, placentera, beneficiosa. Pero negociar órganos, drogas, personas, no es lícito, no es placentero, ni beneficioso para la salud psicológica y ética de los pueblos.

Cuando las cosas no tienen un nombre, una palabra que las identifique, individualice, que las describa, no son parte de nuestra realidad. Estas inconductas, deben tener un nombre propio; y puesto que todas están relacionadas con la mala vida de los seres humanos, estos comportamientos configuran un desprecio por el bienestar de la humanidad. En tal sentido, las palabras deben servir para describir y transformar ésa realidad física y ética de todos los seres racionales, e inclusive de los mal llamados «irracionales», sujetos a tutela humana, como son el resto de los animales, plantas y elementos de la Naturaleza. De allí surge la necesidad de describir el tráfico de drogas, órganos y de blancas, como una fobia a la bondad, una fobia a lo que es bueno para la vida de otros: Bonusfobia.

La bonusfobia debe ser sancionada con el máximo de reclusión y el decomiso total de los bienes de los implicados. Hoy nos enfrentamos a otra fobia. Vivimos un estado de heterofobia, una constante persecución a nuestro ADN primigenio, algo parecido al control inhumano desatado en 1594, por las Cortes de Castilla, que para procurar la «extinción» de la raza gitana, ordenó la separación física de hombres y mujeres gitanos. Del mismo modo, en América Latina, a través de regímenes totalitarios castro-narco-comunistas, estamos sometidos a métodos de extinción de nuestra raza, por medio de regulaciones jurídicas emitidas por los órganos legislativos, que nos obligan a aceptar políticas aberrantes de género. Nos quieren separar a los hombres, de las mujeres, para propiciar la unión de hombre con hombre, mujer con mujer; y en el comportamiento sexual, nos hacen ver como normal la pedofilia. El ser diferente, no debe ser motivo de desprecio o segregación; pero tampoco los diferentes nos pueden imponer sus conductas e inusuales valores.

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