Miopía con Unasur

Uno de los errores que se suelen cometer reiteradamente, sobre todo en el ejercicio de la actividad pública ecuatoriana, es pensar que con cada período de gobierno se inaugura el país, y se trata de echar por la borda el trabajo que hicieron los anteriores y sobre todo el inmediatamente anterior. Por más que hayamos sido absolutamente críticos con relación a la década pasada, sobre todo con el autoritarismo imperante, la acumulación de poder y la corrupción, haber conseguido para el Ecuador la sede de Unasur no fue una mala idea. Podía estar en ella la base para que Quito pudiera ocupar el espacio que tiene Bruselas en la Unión Europea, desempeñando de alguna manera el papel de la capital en nuestro continente suramericano.

La idea nunca me pareció descabellada, asistí a la firma de la constitución de Unasur en Cuzco y pensé que cabía un espacio de integración suramericana, para la que en primera instancia se pensó en atribuirle el nombre de casa, es decir Comunidad Suramericana.

Me preocupa el que se desmantele Unasur. Eso dice de la pobreza de miras con la que vemos los procesos de integración. Una vez más representaría el fracaso de los afanes de trabajar en conjunto un continente que tiene en común: los orígenes, la cultura, la lengua… Que no se piense en quienes la fundaron, líderes indudablemente cuestionados, y abortemos una buena iniciativa. Sería bueno el que la Cancillería en esta nueva etapa retome su liderazgo, haga los contactos debidos y piense en un futuro en que Ecuador y su capital podrían ser ese espacio comunitario que tanta falta le hace al continente, dejando de lado la visión diminuta de defender intereses de determinados países y se piense en el conjunto.

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