Cuidado, la venganza…

POR: Fausto Jaramillo Y.

Es comprensible más no justificable, la actitud que muestran muchos ciudadanos ecuatorianos al pretender borrar de los registros del país a personas y casos que haya tenido alguna participación en los actos del gobierno del anterior presidente.

La prepotencia de la que hizo gala el ex mandatario y del que se contagiaron sus adherentes y funcionarios colmó de miedo e impotencia a quienes miraban lo que acontecía, sin poder reaccionar por temor a la persecución del SRI y de la justicia servil al mandatario. Ese miedo, ante la salida de quien lo provocaba se ha transformado en una venganza que, como tal, enceguece y busca la revancha ahogando el pensamiento y la dignidad que debemos recuperar los ecuatorianos.

No es con actos de venganza con los que podemos volver a vivir una institucionalidad democrática. Debemos detenernos un momento y pensar que al actuar bajo pasiones estamos continuando con la obra destructora que heredamos. Es tiempo de construir, no de derribar principios y derechos. Los enemigos de ayer, son seres humanos como nosotros y debemos precautelar sus derechos; así mismo, a ellos nadie puede arrebatarles su pensamiento y su accionar. El actuar de esa manera es igualarnos a ellos y repetir lo que debemos desterrar.

Las autoridades encargadas de devolvernos el país que queremos, que siempre quisimos: justo, equitativo, democrático, respetuoso, incluyente y honrado, no pueden dejarse llevar por los gritos destemplados de ecuatorianos que en las redes sociales, en las conversaciones de café, se convierten en abogados acusadores, fiscales y jueces que dictan la sentencia de cárcel o de pena de muerte por tal o cual motivo, sin pensar un momento siquiera que para que haya justicia hace falta un debido proceso, en el que el fiscal acusador pueda presentar las pruebas, el acusado pueda defenderse de ellas y demostrar su inocencia, y un juez sereno y maduro pueda dictar la sentencia contemplada en las leyes. Sin eso, estaríamos procediendo bajo aquella premisa de “ojo por ojo, y diente por diente” propia de la barbarie.

Recuperemos la cordura y la serenidad. Volvamos a vivir en paz, exigiendo eso sí, a la justicia, celeridad y responsabilidad.