Psicópatas

Oswaldo Aguilera Ortíz

Robert Hare, doctor en psicología y profesor de la Universidad British de Columbia, Canadá, que lleva más de tres décadas investigando sobre Salud Mental, creó la Lista de Comprobación de la Psicopatía, una escala de evaluación psicopática. Según esta, un psicópata carece de empatía, es propenso a despreciar y violar los derechos de los demás, carece de culpa y remordimiento, es manipulador y mentiroso compulsivo. A veces es sólo un ser frío, cínico, capaz de timar, un seductor que usa su capacidad verbal para atraer a sus víctimas y busca el poder para hacer daño; están en todas partes, viven entre nosotros y tienen formas mucho más sutiles de hacer daño que las meramente físicas. Son personas que saben controlar a los demás, parecen muy buenos, tienen carisma y son líderes, la mayoría no son asesinos, y si cometen un asesinato, es a lo mejor, porque alguien se puso en su camino o porque sencillamente no les cayó bien.

Añade, muchos están en la política o en los negocios porque son dos ocupaciones cuyas reglas obligan a mentir y engañar; si los políticos fueran sinceros no serían elegidos. Muchos son mentirosos a secas, no tienen forzosamente que ser psicópatas, pero la política es un medio fantástico para que se desarrollen, igual que los negocios, que cambian con mucha rapidez, ahí los psicópatas se desenvuelven como pez en el agua. Hare afirma que, en círculos políticos y financieros, hay más psicópatas que entre la población normal y que docenas de políticos de alto nivel, deberían estar en la cárcel.

Con estas consideraciones, a algunos políticos se tendría necesariamente que estudiárselos más a fondo y sería recomendable que el test de Hare se les aplique, entre otros, a Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, y Rafael Correa en nuestro país, todos propensos a violar los derechos humanos, a despreciar a los demás, manipuladores y mentirosos compulsivos, los cuatro defensores acérrimos del Socialismo del Siglo XXI. A Correa por la audacia que tiene para mentir, engañar y tratar de desvincularse cínicamente, de casos de atraco a los fondos públicos y del más grave, el secuestro a Balda, del que no atina a salir.

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