Víctor Cabezas
Diosdado Cabello, una de las figuras más perversas de la historia bolivariana, “denunció” que las imágenes de venezolanos cruzando a pie las fronteras hacia países sudamericanos son parte de una campaña “tipo Hollywood” contra el régimen dictatorial de Nicolás Maduro: “Los bajan de los autobuses por Colombia, por Perú, y les toman la foto, y hacen una superproducción tipo Hollywood”.
Más allá de la tristeza e indignación personal que produce la banalización de la tragedia ciudadana diseñada desde el poder criminal que manda en Venezuela, esta frase me recordó algunos pasajes, tristes por supuesto, de la historia reciente. Las dictaduras, desde siempre, han tratado de parodiar cínicamente la realidad.
En 1961 la República Democrática Alemana, controlada por la Unión Soviética, construyó el Muro de Berlín bajo el argumento de que los alemanes del otro lado, el “capitalista”, escapaban masivamente en busca del sueño socialista del otro lado, pese a la evidencia aplastante de la calidad de vida, la prosperidad y las libertades que se gozaban en la Alemania Federal.
Hugo Chávez en 2010 auguraba que pronto las autoridades venezolanas atenderían oleadas de balsas y embarcaciones de estadounidense huyendo del capitalismo salvaje para refugiarse en su paraíso socialista. Maduro pregona con solvencia que en realidad son los colombianos los que huyen de su país y se afincan en Venezuela donde, dice, se vive un oasis de equidad y justicia.
¿Qué sucede? ¿Son incapaces de ver la realidad? Quizás las mieles del poder, el gobierno de espaldas al pueblo, los banquetes, los aviones y los blindados les hayan hecho inmunes a sentir y observar los más sencillos síntomas de la realidad. O quizás solo es una idiotez cínica congénita de los dictadores.