Demonios con sotana

SHAKEPEARE ABARCA CÓRDOBA

Es sublime la manifestación de amor por los niños en el Evangelio según San Mateo: “En aquel entonces los discípulos le preguntaron a Jesús ¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos y habló: “El que se haga pequeño como este niño, ese será el más grande en el Reino de los Cielos, y el que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. El que hiciera caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería que le amarraran al cuello una gran piedra de molino y que lo hundieran en lo más profundo del mar”. La expresión “hacer caer” del texto bíblico se asume como mancillar o causar daño y es realmente terrible la advertencia que el propio Jesús hace a quien atente a ellos. Los sacerdotes pederastas nunca leyeron Mateo 18.

En Pensilvania, USA, se investigan más de mil casos de niños abusados sexualmente de manera execrable y horrorosa, paradójicamente por quienes debían ser sus guías espirituales, desafortunadamente esos casos se suman a otros miles denunciados en otros países, incluido el nuestro. Por su magnitud se habla ya de un delito de “lesa humanidad” agravado al ser cometido por miembros de la Iglesia; los calificativos a estos malos siervos de Dios son muy duros y en las pancartas leemos: “Demonios con sotana”, “lobos vestidos de corderos”, etc. No es para menos, cuántas vidas inocentes sicológicamente destruidas, los casos llegan desde 70 años atrás hasta la actualidad.

Es reprochable un posible encubrimiento denunciado contra la jerarquía eclesial, siendo verdad que la Iglesia no tiene capacidad sancionadora, pues, para eso están fiscales y jueces, al menos se espera faciliten las investigaciones, como felizmente parece estar sucediendo. Reconozcamos que hay unos 300 mil sacerdotes en la Iglesia Católica, de ellos solo un pequeño número so quienes perdieron el camino, la mayoría asume su apostolado con integridad, renunciamiento y sacrificio. Un entristecido Papa Francisco ha pedido perdón a las víctimas y anima a los fieles a participar contra este flagelo, promoviendo la acción legal de los afectados.

¡Será que llegó la hora de revisar el celibato y equidad de género en el clero? Seguramente los católicos nos sentiremos avergonzados por Tomás de Torquemada y sus crímenes en la Inquisición, pero orgullosos de Francisco de Asís; orgullosos de Monseñor Proaño, pero indignados por los abusos del cura Cordero en Cuenca. La Iglesia y la fe son eternas, sus representantes en la Tierra, falibles y pasajeros.

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