Arma robada

Kléber Mantilla Cisneros

El 30 de septiembre de 2010 se escribió en la historia nacional como el día más infame y truculento de una década de correato. Una serie de eventos bochornosos que evolucionaron desde un simple reclamo laboral, el rasgarse las vestiduras en un balcón, hasta el asesinato de víctimas inocentes y posterior encarcelamiento de policías, militares y civiles por una balacera provocada y ejecutada en una zona de hospitales. La irresponsabilidad de algún neurótico se mezcló con la obediencia servil irreflexiva de algún alto mando armado.

Ocho años después parece la trama inconclusa de una tragicomedia de Woody Allen porque ahora, el arma criminal, que mató al escolta presidencial Froilán Jiménez, se perdió por arte de magia; y, dizque se robaron entre los mismos uniformados. Luego, nadie sabe quién dio la orden de disparar y cometer una ejecución extrajudicial presentada en vivo al país entero por televisión. Nadie recuerda el guion de la propaganda ‘30- S prohibido olvidar’ ni la campaña publicitaria que tenía como imagen central a una pequeña niña llamada la Megan, quien había nacido aquel tétrico día.

Nadie sabe hoy el monto del gasto de varios años para sostener la gran mentira. ¿Cuánto costó cada jornada conmemorativa de: escándalo, controversia y sensacionalismo? Ni por qué, hasta hoy, los huérfanos de 10 asesinados y 300 heridos siguen esperando becas, casas y ofrecimientos de empleo. Nadie responde por el tiempo de militares y policías inocentes enjuiciados con pruebas manipuladas y videos forjados. Al final, al jefe de ese fantástico operativo, que sirvió para fabricar un vergonzoso delito de lesa humanidad, que nunca prescribe, lo designaron jefe de seguridad en Carondelet.

Tan teatral como el apuñalamiento de Bruto a Julio César por ser hijo de Servilia, la amante del César. Pero en nuestra historia sin César ni puñal. Shakespeare no tendría la ruindad de recrear una supuesta conspiración golpista para perseguir a opositores y adversarios del César o incluir en el libreto a un padrino desbordante de cinismo, que convoque a las muchedumbres para sacar de una cárcel lujosa a su cómplice de mafia.
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