Lo que no pueden hacer

Víctor Cabezas

Hace tres años la imagen de un grupo de asambleístas correístas tocando las puertas de la OEA y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos solo podía ser encontrado o en una página web de noticias/parodia o en la sección de caricaturas de un periódico. Pero lo imposible sucede y en Ecuador lo vemos de manera recurrente.

En honor a la memoria, los ciudadanos deberíamos recordarles a los correístas todo lo que no pueden hacer hoy (al menos si no quieren descuadrar abruptamente con su reciente pasado):

No pueden ir a ningún organismo internacional -peor en Washington o en la Europa occidental capitalista- a quejarse por algún asunto interno ecuatoriano. Implica un neocolonialismo, “no podemos ir a quejarnos donde los patrones del imperio”; o como dijo Rafael: “La CIDH se ha convertido en el Vachagnon (la empresa que recogía basura) de la oposición”.

No pueden discutir ningún caso tratado por la justicia en un organismo de Derechos Humanos. Según Correa, “un grupo de burócratas internacionales no pueden cuestionar la justicia ecuatoriana”. Quienes se identifiquen con el antiguo régimen no pueden apelar a que, de alguna forma, la prensa cuestione un proceso judicial del señor Glas, ni pueden apelar a que se les dé espacio para que se pronuncien sobre el tema porque, cito de nuevo, “se juzga en los Tribunales no en los titulares”.

Diez años no pueden pasar de agache. Dejan lecciones para los ciudadanos y los políticos. Yo entendí lo que implica vivir alineado por la propaganda y bajo un sistema de poder descontrolado; también aprendí que no quiero que eso regrese jamás. Los correístas, que por concepción jamás harán un mea culpa, al menos, deberían hacer un inventario de lo que no pueden hacer hoy cuando Estado ha dejado de ser su hacienda.
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