Más libros en la CCE Imbabura

Germánico Solis

El jueves anterior como en otras oportunidades se llenó la sala José Miguel Leoro de la CCE Núcleo de Imbabura, a propósito de la invitación hecha el MSc Fernando Revelo director de la institución, el acto provino la entrega de libros del pensamiento de distinguidos escritores del país.

Los asistentes precisaron su llegada con las ritualidades de una cofradía, sacramental fue el buen saludo y abrazo, la sonrisa compareció más allá de la hermandad, orden o asamblea, asistió una congregación enamorada de la literatura y los caprichos pregonados por el arte. Es habitual que muchos asistentes ocupen asientos preferidos, mientras otros se acercan a personajes o amigos de la ciudad que hacen de los Jueves Culturales el gran motivo para embelesarse con la palabra y erudición.

La ceremonia fue posible con la comparecencia de un silencio insondable, todas las inteligencias presentes discerniendo la palabra de los expositores, disfrutando de los pretextos de los literatos para evidenciar empeños y de sus vidas tituladas tal si fueran misioneros para las liturgias de la cultura.

Tres publicaciones motivaron la programación: Juan Montalvo escrito por el académico Jorge Isaac Cazorla, Cuentos Infantiles de Hidalla Arciniega Sánchez y el poemario Tránsito y Fulgor del Barro de Aníbal Fernando Bonilla. Practicada la apertura que fuera engrandecida por la energía de Fernando Revelo, todas las voces probaron la palabra y los temas que los llevó al estrado.

Pablo Virgili Benítez, joven poeta y escritor presentó los Cuentos Infantiles de Hidalla Arciniega; el ensayista Gustavo Báez Tobar con pródiga prosa reveló el perfil del ilustre cuencano Jorge Isaac Cazorla, autor de la obra Juan Montalvo- publicada en 1977- y de los aprestos del autor para “construir un monumento literario dedicado al ilustre ambateño”; Juan Carlos Morales escritor de larga cronología hizo un contemplativo análisis de Tránsito y Fulgor del Barro del otavaleño Aníbal Fernando Bonilla que alcanzara un sitio finalista en el premio nacional Paralelo Cero. El vino bebido en el corredor adjunto al salón José Leoro atestiguó comentarios y asentimientos a los escritores.