Angustiosa espera y agonía

ATILIO RUGEL ALBÁN

“Se alcanza el éxito convirtiendo a cada paso en una meta y cada meta en un paso”, (C.C. Cortez). Todavía en el Ecuador se siguen cometiendo injusticias a quienes por vocación desean escoger una especialidad, para lo cual en el nivel medio decidieron la especialización que por la naturaleza de las materias los llevaran a optar una profesión. Así, por ejemplo, el que quería estudiar Medicina se especializaba en Química y Biología. Eso siempre se lo aplicó a través del tiempo; pero los artífices de la ‘revolución ciudadana’, por fingir de renovadores e innovadores, impusieron el examen ‘Ser Bachiller’ que reemplazaba al de ingreso de tiempos atrás y en las pruebas a aplicarse les preguntaban de todo, menos de la especialidad.

De esta forma, por una absurda imposición de autoridades novatas, han truncado el deseo de los que tenían libertad para escoger su carrera y hay estudiantes que llevan más de un año perdido intentando lograr su aspiración y no lo han logrado, porque parece que los dueños de los destinos de las personas son improvisados administradores que por componendas políticas llegan a los cargos con garrocha e imponen sus criterios por la creencia errónea que son los dueños del saber humano y que son infalibles. En el universo que vivimos sabemos decir que no hay crimen perfecto y con el andar del tiempo todo se descubre.

Hoy conocemos que muchos de los que han rendido las pruebas con bajos puntajes han ingresado a la U a la carrera de su predilección, mientras que otros, con mejores calificaciones están afuera, porque todavía para estas mentes retrógradas cargadas de suspicacia y maldad existe la Ley del Palanqueo con ingresos económicos de los beneficiados y la decantada meritocracia es letra muerta. De esta manera los aspirantes a la U han perdido todo el potencial y la confianza que los animaba y nuestras flamantes autoridades se dan el lujo de determinar la carrera que debe escoger el alumno.

Parece que los estudiosos de los ministerios y organismos que tienen relación con la educación, olvidan que cada persona tiene sus ritmos, procesos, virtudes y defectos. Pero por un espíritu de contradicción extrema, estos malos funcionarios están dejando escapar a quienes con pleno uso de razón saben qué estudiar; de tal forma que si yo quiero ser médico no me van a mandar a ingresar a Administración de Empresas.

Recuerdo la época de los exámenes de ingreso retrocediendo el tiempo 4 o 5 décadas, donde en las principales ciudades del país existía la carrera de Medicina, con total desparpajo tenían escogidos a los que iban a ingresar de colegios pagados y otros que tenían fama en esas ciudades.