Cultura del envase

Ángel Polibio Chaves

Todos los días recibo mensajes de distinta naturaleza: desde el saludo afectuoso, la nota de humor, el comentario político, hasta la noticia más impactante y entre ellos, la semana pasada recibí uno cuyo contenido se atribuye a Eduardo Galeano, ese formidable pensador uruguayo, mensaje que a pesar de su cortedad me impactó enormemente y que concluye con una frase que es la que sirve de título a este comentario: la “cultura del envase”, y que en pocas palabras define a una sociedad que desprecia el contenido, pues, según la cita en referencia “el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor, el físico más que el intelecto…”

Podría decirse entonces que vivimos una sociedad de la apariencia, en la que los verdaderos valores se encuentran ahogados por una serie de elementos superficiales que en modo alguno contribuyen a crear una comunidad en la que se reconozca lo que es trascendente, que garantice una buena interrelación entre sus miembros y que además, permita la realización de las personas, entendida como tal la consecución de sus legítimos anhelos, dentro de un contexto de respeto a los demás.

El egoísmo y la ambición van marcando los derroteros de nuestra conducta; parecería que vivimos una especie de infancia irresponsable en la que no logramos claridad sobre las repercusiones de nuestros actos; parecería que el amor, la solidaridad, la justicia, son solamente bellas palabras para un mensaje en las redes sociales, pero en la cotidianeidad, ni siquiera las evidencias de corrupción; ni siquiera el dolor de los demás; ni siquiera el cinismo de aquellos contra los que existen fundadas razones para censurar sus conductas, nos conmueven; basta con que el esplendor de sus expresiones nos convenzan. Basta con el envase. Es hora de romper el celofán de la apariencia para buscar lo que es realmente valioso y verdadero.