¿Hay salida?

Nicolás Merizalde

Que el CPCCS haya resultado un fracaso no es nuevo ni cuestionable. Por eso las declaraciones, algo apresuradas y sueltas del Dr. Trujillo han sido correspondidas por un enorme apoyo en los últimos días. Las críticas de las cabezas más frías, como siempre, han sido las más desvalorizadas y deben ser oídas.

Lo cierto es que su desaparición sería un ahorro considerable, pero la discusión es mucho más profunda que eso. Es obvio que se construyó un organismo con un poder desmesurado y proclive a una dañina influencia política muy mal disimulada. Ahora que el proceso de selección de los miembros del Consejo debe pasar por las urnas creo que la politización del organismo será mucho más fuerte. Dando por descontado el desastroso gusto que solemos tener para elegir funcionarios públicos.

¿Cómo salir del laberinto? ¿Volviendo a la designación por parte de la Asamblea? Volverán las componendas y los trueques ¿Cuál es el sistema ideal que nos permita tener autoridades de control fiables? Karl Popper sostenía que las instituciones no dependían únicamente de la estructura o el reglamento que tengan, sino de las concepciones sociales incrustadas en la tradición de un pueblo. Y de estas, la más importante el “marco moral” de una sociedad. Es decir que somos los ciudadanos, y por ende quienes lleguen a ser autoridades los que debemos dejar de ser complacientes con la corrupción cancerígena. No hay sistema que nos funcione, ni ley que nos salve mágicamente si esperamos que ellos -los que están en el poder- cambien solos.

Creo que el trabajo del Consejo Transitorio, más allá de toda crítica (a la que deben estar expuestos) ha logrado restaurar al menos una mínima confianza o esperanza de la población en las instituciones del Estado. Ahora falta inspirar respeto, y ese es el camino más arduo. Caso contrario, todo fue en balde.