Péndulo populista

Ugo Stornaiolo

El diagnóstico es que Latinoamérica se cansó del populismo. Los argentinos, al votar a Macri, se hartaron de la corrupción de los Kirchner; en México, nominaron a AMLO por el hastío contra el PRI o el PAN; y en Brasil eligieron a Bolsonaro porque Haddad es Lula y corrupción.

Se rechaza unos populismos, pero se escoge otros, de signo político diferente. Chile es una excepción con una transición civilizada, evitando polarizaciones (el caso previo a Brasil fue Colombia). Con elecciones limpias en Venezuela o Nicaragua, Maduro y Ortega hace rato habrían dejado el poder.

¿Bolsonaro es el Trump latinoamericano? El estilo del mandatario estadounidense atrae. Su estrategia de insultos, sexismo, xenofobia, provocaciones, pasado polémico y un aparato de “fake news” (noticias falsas), posibilita una plataforma, donde no falta el drama (el acuchillamiento, en septiembre, al ganador de la primera vuelta brasileña).

El inmediatismo de la política contemporánea hace que una propuesta exitosa sea repudiada por el votante en pocos meses. La teoría del péndulo político se cumpliría, pero con populismos. Un político preso por corrupción -Lula- encabezaba las encuestas hasta su prohibición para participar en las elecciones; Cristina Fernández, inculpada por muchos casos (Nisman, cuadernos de la corrupción), busca como binomio electoral para 2019 al cuestionado exfutbolista Maradona.

El populismo de derecha es resultado del fracaso del socialismo del siglo XXI, con su corrupción, clientelismo, metida de mano en la justicia, persecución, represión y ataque a libertades fundamentales, como la de prensa. El populismo de derecha se inclina al mercado, pero suele repetir las fórmulas del clientelismo, generando incertidumbre. Es el fin de la racionalidad que representaron los partidos políticos en el siglo XX.

Cuidado con pensar que el populismo de izquierda murió. La tragedia de nuestra democracia es que muchos creen que lo de Lula, Cristina, Correa, Ortega o Maduro, es izquierda, siendo populismos que empobrecieron a sus pueblos. Rafael Correa aprovecharía esa coyuntura para su mesiánico regreso. Ese es el peligro.

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