Bolsonaro

Juan Sebastián Vargas

Parece que el famoso Socialismo del siglo XXI ha cansado a muchos países de Latinoamérica fruto de los escandalosos casos de corrupción y de un evidente fracaso del sistema, que en principio se vio beneficiado de las bonazas económicas a nivel regional producto de las fluctuaciones de los precios de la materia prima, especialmente del petróleo, pero al parecer hoy en día como en el tenis existe un punto de quiebre que ha ocasionado un debilitamiento de la izquierda y en consecuencia un fortalecimiento de las ideologías derechistas de la región, pero la pregunta es; ¿es eso conveniente?, pues si bien no compagino bajo ningún aspecto con estos mal llamados socialismos que al fin de cuentas termina siendo populismo en su máximo esplendor que lo único que han generado es más pobreza, más desigualdad y más corrupción, es sumamente importante entender que los extremos ideológicos no nos convienen bajo ningún aspecto, ya que caen en las mismas prácticas.

El tema político regional hoy en día son las elecciones en Brasil, en donde existe un evidente favoritismo por Jair Bolsonaro, quien es un político de ultraderecha que se ha venido desempeñando como diputado federal y que está a punto de ganar las elecciones presidenciales, pero ¿porque debería asustarnos? y es que con las últimas declaraciones racistas, homofóbicas y machistas nos ha demostrado que la prudencia no es una de sus fortalezas, le han apodado el “Donald Trump brasileño” a tal punto que ha elogiado la dictadura de 1964-1985 manifestando “el error de la dictadura fue torturar y no matar”, igualmente en 2011 dijo que prefiriera que sus hijos “muriesen en un accidente” a que sean homosexuales o que tampoco aceptaría que tengan parejas de raza negra, pero quizá lo más sonado fue en el 2003 cuando en una discusión con una diputada de izquierda se refirió a ella que “no merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”.

Lamentablemente en Latinoamérica no aprendemos la lección y si bien en Brasil aún falta la segunda vuelta las dos opciones distan mucho del pragmatismo que nuestras sociedades necesitan y es que al parecer el populismo podría cambiar de izquierda a derecha, pero al final sigue siendo populismo.