‘Enriedo’

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Desde que tengo uso de razón, recuerdo que al decir ‘enriedo’ o ‘enriedados’ se nos corregía -no solo a mí- porque debíamos decir correctamente enredo o enredados por ser vulgar la primera forma mencionada, vulgar propio del vulgo, de la gente no educada. Luego oyendo otros vulgarismos (todos condenados) creo que los vulgarismos devinieron de los arcaísmos, palabras muy usadas hasta hace unos 500 años.

Así yo me explico el uso de ‘truje’ por traje o el afroesmeraldeñismo (astur, proveniente de Asturias) ‘allú’ por allá. Pero a lo que voy es que, con la popularidad contaminante de las redes sociales -todos estamos enredados, nos guste o no, y en tremendos enredos. Tengo mi correo electrónico y aparece al final de cada artículo que público y en los mensajes que de rato en rato envío. Por lo tanto, no voy a entrar en ninguna red o cadena, Por más cachet que ellos supongan. No voy a estar enredado ni encadenado, peor robotizado. Tengo mi directorio pero no es una máquina para mandar mensajes sin pensar más. Cada correo que mando es personalizado y pensando en usted.

También creí que las cadenas desaparecerían pero, al parecer han vuelto con furor y con ellas pensamientos estragados y retrógrados que francamente dan miedo. Solamente para dejar constancia, ahora que el pecado ‘religioso’ de odio es declarado delito civil con acusación, juicio, condena y retribución (imagínese un juicio bien llevado puede significarle un tsunami de dólares para usted, el ofendido) no estamos haciendo otra cosa que lo mismo que hacía la Santa inquisición en los siglos XIII, XV, XVI y XVII cuando el hereje que habla muerto lejos de los calabozos inquisitoriales se rescataban los huesos de su tumba y en ceremonia pública, en la plaza principal, al esqueleto se lo vestía de la túnica infamante y se lo quemaba, porque nadie se escapaba de la inquisición inexorable y amantísimamente Cristiana.

Dentro de la actual religiosidad encontramos un raro amor cristiano que quiere lavar a sangre y fuego figurados muchos hechos que son realmente horrendos por la publicidad y el supuesto respaldo de Dios Padre. Dónde quedó el: “amaos los unos a los otros”.

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