Crispados

Carlos Trujillo Sierra

Alucinados, Mesías, todo-conectado y todos debéis hacer lo que yo os ordeno, comer lo que yo como (guatita y locro, incluidos), beber lo que yo bebo (menos mi Johnny azul, en algo tengo que diferenciarme) y principalmente que creáis lo que yo digo aunque yo mismo no crea lo que digo que creáis. Necesitamos, urgentemente, los vuelos espaciales y muchos mundos habitables para contaminarlos a nuestro gusto y capricho.

Un mundo donde no se pueda tomar un pocillo de café con el infaltable cigarrillo tradicional sin mezcla con algún alucinógeno; otro mundo donde no se pueda comer maní porque a una persona en un millón le fastidia el olor del maní y así ad infinitum. Ah, y me olvidaba un mundo donde no se pueda comer carne de perro ni se pueda usar pieles de animales en prendas de vestir y otro mundo vegano (así se dicen los vegetarianos) donde los humanos sean las únicas bestias permitidas.

Un pueblo, bajo la influencia de la droga, de las redes sociales, del desespero de sentir miedo cada vez que se sale a la calle y las ideas estrambóticas, explotó. Una General de Policía se pregunta cómo puede ser eso posible. A eso se llama acumulación de resentimientos y frustraciones, antes reflexionando se habría llamado “Fuente Ovejuna, Señor. Todos a uno, Señor”. Hoy se convirtió en una orgía de horror, de odio, de ceguera.

Qué necesario volver a pensar, analizar, a medir las consecuencias, a explorar soluciones nuevas a problemas nuevos. Tratemos de comprender el mundo en el cual nos ha tocado vivir. No muy atrasados, nos llevó cerca de 150 años de vida republicana lograr el voto universal, todavía no son 100 años y entre los adelantados estuvo el Ecuador que concedió el voto a la mujer hace menos de 100 años. Esmeraldas llegó a tener su primer carro por los años 1940.

Muchos de sus abuelos, no conocieron si no de viejo el teléfono fijo; sus padres no crecieron con celular, y muchos, todavía no tienen Internet en casa. No despreciemos los caminos de herradura, los caballos y los burros porque en ese tiempo todavía no había ni asfalto ni máquinas fantásticas.

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