Ya estamos hartos

Rodrigo Santillán Peralbo

A veces pienso que a los ecuatorianos les invade una permanente sensación de derrota, la cantidad de enojados, quejosos, insatisfechos y resentidos va en aumento. Luego del fracaso de una doctrina interesada y populista, la finalidad es desorientar a la gente para que olvide el pasado y así dar un respiro a los encantadores de serpientes, quienes burlando a la justicia, con la complicidad de ciertos incondicionales, emprenden la retirada sin rendir cuentas de sus actos.

Sea como fuere, desde hace algún tiempo, la mentira y la propaganda se desbordan haciendo que la población se confunda, pierda su criterio y no pueda formar su propia opinión.

Es hora de que avivemos una moral comprensiva y respetuosa, que mediante la razón y el pensamiento produzcamos lazos de unión, comprensión y equilibrio emocional para combatir la herencia de la corrupción en todas sus formas.

Por desgracia existen “líderes” que, conducidos por la avaricia del beneficio personal, se creen eternos ganadores y exponen su fanatismo en busca de caotizar al país cuando hay procesos en marcha para descubrir a los responsables de una serie de hechos que llenan al Ecuador de vergüenza.

Humanamente estamos hartos de tantos políticos que han hecho del poder el negocio de su vida. Cuesta creer cómo se confunde ideología con cualquier disparate dicho por personas que se han mantenido inmaduras a través del tiempo, en una especie de plaga emocional, con la que han dado vida a la política de la inconsciencia.

El país necesita de personas responsables que sean capaces de pensar por sí mismas, cuando la gente no ve o no quiere ver la realidad se hace mucho daño. Es hora de despertar del letargo ciego que invade muchas mentes y que no les permite evolucionar en el tiempo para tener consciencia del engaño populista.

Mientras no se haga una verdadera limpieza y se depure la justicia, será imposible desterrar la asquerosa impunidad de quienes sueñan con el retorno a un pasado de gente tóxica. La prudencia es una cualidad que nos indica la madurez de una persona, no abusemos de ella.

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