Biblioteca: ‘Palabradicción’: el juego de palabras envolvente de la literatura

Oswaldo Paz y Miño J.

Para los cazalibros, como el que suscribe esta crónica, el tomo que sugiero esta fecha será, sin duda, un delicioso hallazgo. Visité, al menos, cinco tiendas de libros, y llenas de buena literatura, pero no fue sino en la del Conde Mosca donde la palabra me reunió con ‘Palabradicción: El fascinante juego de las palabras’.

Y es que el encuentro con los libros buenos también es un juego del destino, tal cual sucede con los ‘cara a cara’ que tenemos con el amor, o con la cita que nos ha pactado la muerte.

Necesitaba leer algo que me divierta de verdad. Un tomo con matices diferentes, que me regale placer sin tensiones y, claro, me conceda conocimientos. Esto, ya que de aprendices vamos toda la vida, para así, en tal grado, pasar al Oriente Eterno.

Se trata de un libro para ser marcado en muchas de sus páginas. Un álbum literario lleno de palabras deliciosas, escogidas con inmenso talento, con la certeza propia del que domina la etimología, la filosofía y las letras.

Un tomo fácil que contiene conocimiento y divertimento. Literatura que recobra el género del ensayo dialogado, que tiene 24 siglos de existencia, y un nombre fundamental: Platón, de quien en el interior de las fichas de palabras, podrán leer fascinantes datos en el apartado que se titula ‘¿Qué tiene que ver Platón con los plátanos?’.

Lo que ahora escribo (lo que ahora leen), lo hago -intencionalmente- en la fiesta de Halloween, 31 de octubre. Y es que en la magia de ‘Palabradicción’ se haya un texto que silencia al sectarismo intolerante y fanático que pretende censurar al Día de las Brujas. Un texto “cosmopolita”, que se traduce en “ciudadano del mundo”: la cultura global supera los ejercicios del fanatismo nacionalista o de la intolerancia religiosa.

El libro tiene cuatro partes. Cada uno de los capítulos arranca con la pregunta: ‘¿Qué tiene que ver…con…?’. Y para captar la atención, esas preguntas serán sorprendentes, a veces casi estúpidas (no hay tal): ¿Qué tendrán que ver los políticos con los idiotas, los sodomitas con los sibaritas, o las caderas de mi prima con la santa iglesia catedral?

Tras el título, la segunda parte, aparecen varias opciones que pueden parecer ridículas (que no lo son), al menos una de ellas aporta a la solución correcta a la pregunta inicial (luego de que el leyente haya disfrutado de leer información luminosa).

La tercera parte, la principal del capítulo: la de preguntas y respuestas. “Esas preguntas y respuestas de la parte tercera de cada capítulo llevan, mayéuticamente, a la solución que tiene cada juego etimológico, para que el lector impaciente no se haga trampas a sí mismo, la solución esta invertida, consta en un cuadro al revés”. (Síntesis Pág. 6 y 7)

“¿Qué tienen que ver los políticos con los idiotas?”. (De por qué los políticos corruptos son verdaderos idiotas). Sin duda, lector, habrá venido a tu mente el último episodio de fuga (Fernando Alvarado), que avergüenza al país, ante el mundo y al interior por la negligencia evidente en la custodia que brindan distintas instituciones del país sobre quienes pesa la Ley.

“Lo grave es que, con tanta corrupción, hay muchos políticos (idiotas)”. Se preocupan más de lo “privado” que de los asuntos de la “polis”. Y bien se sabe: ‘Corruptio optimi pessim’, es decir, ‘La corrupción de los mejores es la peor’.

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PERFIL
Virgilio Ortega

Estudió en las universidades de Salamanca y Barcelona. Se licenció en Filosofía y Letras. Ha sido director editorial durante más de 40 años en Salvat, Ediciones Orbis, Plaza & Janés y, sobre todo, en Planeta DeAgostini.