Sed de cambio

RICARDO VERA CALDERÓN

El cambio es una palabra demasiada devaluada en épocas electorales, pero que, sin embargo, es un denominador común dentro de las exigencias de los ciudadanos, en lo que se refiere a la administración de la cosa pública, derivada de las gestiones pocos satisfactorias de los gobernantes.

Y este cambio tan anhelado no solo se circunscribe a la gestión nacional, donde los modelos económicos solo se revitalizan en su nombre sin mayores resultados en los aspectos de fondo, sino que es más evidente esencialmente en los Cantones, puesto que los principales indicadores del desarrollo humano son competencia de los Municipios. Así pues, se exige cambio en la administración de los servicios básicos; cambio en las políticas de regeneración urbana; cambio en la seguridad ciudadana; cambio en el desarrollo económico local; cambio en la tramitología interna; cambio en el sistema de vialidad; cambio, cambio y más cambio.

Entonces cada cuatro años en los cantones, muchos personajes se autoproclaman los elegidos para ejercer ese cambio que tanto se exige desde el pueblo, ya que las oportunidades para aparecer como salvadores crecen al desnudar las falencias del administrador de turno. Hasta ahí sería legítimo. Lo ilegítimo aparece cuando no se tiene la capacidad ni la habilidad para presentar propuestas de soluciones técnicas, sensibles, específicas y aplicables a la realidad local, lo que conlleva a que se promocione únicamente cualquier propuesta ambigua, subjetiva y sin fundamento.

Es ahí donde el aspirante serio debe de asumir esa responsabilidad ineludible de explotar todo su potencial en favor de una comunidad con sed de cambio. La tarea es difícil, pero el pueblo ya no come cuento. Hay que trabajar en eso, ya que si hay buenos prospectos.

[email protected]