Show bestial

Kléber Mantilla Cisneros

Las barras bravas a las afueras de las Cortes durante el proceso judicial en contra de Rafael Correa por el delito de secuestro y asociación ilícita son parte de un suceso propio de ilusionismo político, tan parecido a desaparecer prófugos tras una sábana y ante millones de espectadores; o, hacer funcionar a la perfección a los hospitales del IESS solo para sacar al reo Jorge Glas y regresarlo a la cárcel casi telepáticamente.

Más parece un truco de magia silenciar los sobornos de Odebrecht. Sacar del pañuelo ambigüedades para no esclarecer negociados, irregularidades y sobreprecios. Debajo de un sombrero de copa desaparecer los costos reales, iniciales y finales, de la construcción de la planta de gas Monteverde, la central hidroeléctrica Manduriacu, repotenciación de las refinerías de Esmeraldas y del Pacífico. Un escamoteo a la inteligencia.

Es que la chabacanería y cinismo hasta parecen un ensayo circense en épocas de transición. Basta revisar el listado de candidatos a las alcaldías y prefecturas que se presentan sin un plan o proyecto de ciudad, región y provincia. Ellos ensayan algún guion de urbanismo, colocar un parque o un puente y destacan la problemática de movilidad con el mismo lirismo de un actor de teatro.

Un bodrio en construcción sobre mala política: desconocimiento absoluto del patrimonio y territorio, un alejamiento con las tribus urbanas sean ‘rockeros o hiphoperos’, una cansina retórica sobre valores civiles pero sin una postura ciudadana aceptable y defendible. Algunos políticos sacados desde la encuesta y muchos otros, que aparecen como bufones.

Otro arlequín se vuelve visible cuando alguien trata de inscribir en una notaría un pequeño emprendimiento empresarial que ofrezca empleo y genere producción, pues tendrá que pagar unos 700 dólares. Es decir, obtener el Registro Único de Contribuyentes para pagar impuestos cuesta más que lo que se va a producir. Todo un show de la hiperburocracia instalada durante el correato y la década de dilapidación de fondos públicos. Ahora, en cambio, parece el momento del encubrimiento radical, de tapar el delito político y penal y tapar el rostro del dueño del circo.

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