La misión Dawn llega a su fin National Geographic

VISITA. Concepción artística de la sonda espacial Dawn llegando al planeta enano Ceres.
VISITA. Concepción artística de la sonda espacial Dawn llegando al planeta enano Ceres.

La sonda espacial Dawn, lanzada por la NASA hace 11 años con el propósito de visitar los dos objetos más grandes del cinturón de asteroides (Ceres y Vesta) situado entre Marte y Júpiter, dejó de comunicarse regularmente los días 31 de octubre y 1 de noviembre, finalizando así una misión histórica que ha indagado en el amanecer (dawn) del Sistema Solar. Los científicos de la NASA ya esperaban que se agotara el combustible de hidrazina de la nave entre mediados de septiembre y mediados de octubre; el fin de Dawn ha llegado poco después de lo previsto y, a diferencia del apoteósico final de la nave Cassini, que se desintegró al penetrar en la atmósfera de Saturno, permanecerá orbitando silenciosamente alrededor del planeta enano Ceres durante décadas, «durante más de 20 años y, con un grado de probabilidad muy alto, durante más de 50 años», explicaba Marc Rayman, el director y el ingeniero jefe de la misión Dawn, a National Geographic España.

«Dawn ya no puede mantener sus antenas preparadas sobre la Tierra para comunicarse con el control de la misión o girar sus paneles solares hacia el Sol para recargarlos», señala el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en un comunicado.

Once años después de su lanzamiento, Dawn ha superado todas las expectativas iniciales, investigando el asteroide Vesta y el planeta enano Ceres, dos cuerpos del cinturón de asteroides que permanecen intactos desde la formación del Sistema Solar. «Las imágenes asombrosas y los datos recogidos tanto de Vesta como de Ceres son fundamentales para entender la historia y la evolución de nuestro Sistema Solar», expresa Thomas Zurbuchen, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington D.C. Entre otras cosas, Dawn ha demostrado lo importante que fue la ubicación en la formación y evolución de los objetos en los comienzos del Sistema Solar y, además, ha reforzado la idea según la cual los planetas enanos pudieron tener océanos durante una parte importante de su historia y puede que aún los tengan.