Depuración

Freddy Rodríguez

La Asamblea Nacional, en la semana que concluye, realizó un acto de “depuración”, destituyendo a dos de sus asambleístas, procedimiento absolutamente necesario, en medio de un escándalo por las actuaciones irregulares de las destituidas.

La exasambleísta Sofía Espín, de las huestes correístas, visitó “humanitariamente” a la exagente Diana Falcón, una de las personas vinculadas con el secuestro del político Fernando Balda, y testigo clave en ese proceso, quien supuestamente testificaría en contra del exjefe de todos los jefes; la testigo afirmó que la visita de la asambleísta Sofía Espín, lejos de ser humanitaria, habría tenido como objetivo amedrentarla, solicitarle que cambie su versión en el bullado caso del secuestro y no involucre al expresidente de la República, para lo cual le habrían ofrecido asilo en Bélgica, un buen abogado, y hasta dinero.

Por su parte, la exasambleísta Norma Vallejo fue destituida por supuestamente exigir (entre “haigas” y “estesen”) a algunos de sus asesores el pago de sumas de dinero para gestionar cargos públicos. La defensa de las asambleístas destituidas no pudo ser más pobre: la señora Sofía Espín se plantó en cuestiones de procedimiento, y repitió a pie juntillas el estribillo de la “visita humanitaria”, mientras que la señora Norma Vallejo intentó, sin éxito, pasar a la ofensiva, atacando a sus detractores.

Si bien la actuación de la Asamblea fue correcta, molesta que algunos asambleístas hayan intentado una especie de “blindaje”, exigiendo una votación de las dos terceras partes de sus miembros para que proceda la destitución, resolución que, ante la avalancha de críticas, fue revisada, y las destituciones se tomaron por mayoría absoluta. Molesta también la “doble moral” de algunas asambleístas adeptas (¿o adictas?) al exmandamás, que quisieron sensibilizar a sus compañeros, apelando a una “solidaridad de género”, para evitar que se sancione a una mujer. ¿Acaso las mujeres no tienen iguales derechos, obligaciones y responsabilidades que los hombres? La depuración debe abarcar a otros ámbitos del sector público, todavía infestados por el virus maligno de la “revolución ciudadana”. De eso también hay que hablar.