Cruzar los límites

Mariana Velasco

El lenguaje tiene el poder de comunicar pero también de herir. Expresiones racistas, xenófobas, discriminatorias, machistas, homófobas, entre otras, generan “dolor lingüístico” porque se basan en prejuicios y estereotipos sobre personas o colectivos que, repetidos con frecuencia, calan con facilidad en la población, sobre todo en un contexto de crisis económica y social.

Quienes observaron de cerca la elección en Brasil adjudican gran parte del atractivo del vencedor, el populista de extrema derecha Jair Bolsonaro, a lo que transcurrió en las redes sociales en aquel país.

Tanto a Trump como a Bolsonaro, les identifica un discurso similar cuando se dirigen a personas o grupos que históricamente han sufrido una situación de discriminación, opresión o vulnerabilidad.

Este tipo de discurso busca silenciar o subordinar a ciertos grupos sociales minoritarios o vulnerables, lo que provoca una deconstrucción de la libertad de expresión, además de provocar dolor, humillación y violencia, menoscabando la dignidad de las personas contra las cuales se profieren dichas publicaciones. El latente peligro de este tipo de discurso es que son detonantes de violencia.

“Las redes sociales están envalentonando a la gente para que cruce los límites y se comporte de manera exagerada para provocar e incitar a otros”, comentó hace pocos días, Jonathan Albright, director de investigación del Centro Tow para el Periodismo Digital de la Universidad de Columbia.

El discurso no es nuevo pero en el pasado no tenían o podían encontrar una audiencia a la cual transmitir el veneno. Hoy, tan solo con un clic pueden divulgar las ideas con una velocidad inusitada.

La libertad de expresión permite robustecer el debate, generar opinión pública e incentivar la pluralidad de ideas, sin embargo, el abuso de dicha libertad puede generar serios conflictos con otros derechos.

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