El sentido del humor II

Anteriormente, carecer de sentido del humor daba la imagen de ser demasiado serio, egoísta, temperamental y rígido. Muchos psicólogos vieron el sentido del humor como ingrediente esencial de la salud mental. En suma, el sentido del humor se convirtió en sinónimo de ser equilibrado y bien adaptado, capaz de adaptarse al estrés, moderado, afable, no propenso a la ira, relajado y confiable.

En los Estados Unidos, el sentido del humor adquiere connotaciones sociopolíticas y publicitarias, que convierte la imagen del humor en un signo de tolerancia y democracia en contraste con las ideologías del nazismo y el comunismo ruso, a quienes se les presentaba con una imagen desprovista de humor. Este cambio de percepción de la imagen del humor, visto como un rasgo de personalidad tendente al disfrute o creador de gozo duradero en la vida diaria de la persona, determinó que en el siglo XXI el humor sea una cualidad necesaria para ser político, convirtiéndose en una verdad apodíctica.

Hoy, se considera el humor como importante factor de salud física y mental, el no tenerlo hace presumir lo contrario. Por otro lado, si bien hemos desarrollado de forma rápida y eficiente, la habilidad en que formamos impresiones relativamente “acertadas” de las personas y que han servido para la supervivencia en la evolución humana, el buen sentido del humor ayuda a que esa impresión sea positiva, ideal y armoniosa.

En el Ecuador, el humor se lo ha usado para atacarse y defenderse mutuamente entre los políticos de diversa tendencia, a veces de forma agresiva e inapropiada. Esta modalidad puede ser considerada una aberración; el humor normal es simpático y benévolo, es decir, que el humor basado en la agresión no disfruta de los beneplácitos del elector contemporáneo, salvo algunas contadas excepciones. Continuará.