CARLOS CONCHA JIJÓN
Un efectivo cambio revolucionario, no está dado, por la simple declaración rimbombante de cambio, puesto qué, éste debe llevar implícito, un fuerte remezón a las vigentes estructuras, un cambio radical, determinado por una serie de conceptos, que señalen un derrotero, que disperse el estatus imperante, que obliga al nuevo ejercicio revolucionario, que derivaría en cambios trascendentales, en discordia con los ya establecidos, en un sentido claro de progreso y demandas, que satisfagan las necesidades de las grandes mayorías.
México, Inglaterra, Francia, China, Rusia, para mencionar algunos países. Establecieron sus revoluciones, que removieron sus estructuras, social, económica y política, para introducir ensayos, con nuevas ideas, que doblegaron a las estructuras vigentes, unas se desarrollaron democráticas, con derechos y libertades, otras con cambios industriales y comerciales, como también las que ejercieron el poder e impusieron las ideas como fuerza poderosa de los gobiernos, con fórmulas opresoras, para establecer los cambios, que determinaron la pérdida de los derechos y libertades de la colectividad.
En el país se pretendió un supuesto cambio revolucionario, que terminó, en un desencanto para el pueblo, con un ensayo de socialismo, bautizado como siglo XXI, con poder total, manejado, según el interés primero y último del gobernante, que iracundo y prepotente ofició de dictadorzuelo, con permisividad fraguada y macerada en el ámbito de la corrupción. Este socialismo, que como experimento, no cuajó en la mente de los ecuatorianos, sin embargo fue lo suficientemente sugestivo, pero nefasto, que llevó al país a una situación de desastre, político, social y especialmente económico. Frente a esta cruel realidad, es el momento de dejar atrás esta tragedia y activar en la estructuración de un futuro venturoso, sobre la base de hacer Patria, con una sociedad fortalecida, con el establecimiento de derechos, deberes y libertades y una conducta rebosante de moralidad.