Los Nobel de la Paz lanzan un SOS para las víctimas de agresiones sexuales

Los dos premiados instaron a la comunidad internacional a que cese la impunidad para los autores de agresiones sexuales en tiempos de guerra. Foto: AFP
Los dos premiados instaron a la comunidad internacional a que cese la impunidad para los autores de agresiones sexuales en tiempos de guerra. Foto: AFP

Oslo, Noruega AFP

Al recibir su premio Nobel de la Paz, el médico congoleño Denis Mukwege y la yazidí Nadia Murad, exesclava de los yihadistas convertida en activista, pidieron acabar con la indiferencia y proteger a las víctimas de violencias sexuales, a menudo relegadas según ellos por consideraciones mercantiles.

El ginecólogo, de 63 años, y la joven iraquí, de 25, recibieron el premio de manos de la presidenta del comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, quien saludó a «dos de las voces más poderosas del mundo de hoy» contra la opresión de las mujeres.

Durante una ceremonia florida y musical, acompañada de lágrimas y numerosas ovaciones en la municipalidad de Oslo, los dos premiados instaron a la comunidad internacional a que cese la impunidad para los autores de agresiones sexuales en tiempos de guerra.

«No son los autores de la violencia los únicos responsables de sus crímenes, sino también los que deciden mirar hacia otro lado», afirmó Mukwege tras recibir su premio. «Si hay que librar una guerra es la guerra contra la indiferencia que corroe a nuestras sociedades».

Apodado «el hombre que repara a las mujeres», el ginecólogo cura desde hace 20 años a las víctimas de violencias sexuales en su hospital de Panzi, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), una región asolada por la violencia crónica.

«Bebés, niñas, muchachas, madres, abuelas, y también hombres y muchachos, (son) violados de forma cruel, a menudo en público y de forma colectiva, insertando plástico hirviente y objetos contundentes en sus partes genitales», denunció.

– Secuestrada y torturada –

Como miles de mujeres yazidíes, su colaureada, Nadia Murad, fue secuestrada, torturada y violada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) tras su ofensiva contra esta comunidad kurdohablante del norte de Irak en 2014.

La joven logró escaparse –pero su madre y seis hermanos fueron asesinados–, se convirtió en embajadora de la ONU para la Dignidad de los Sobrevivientes de Trata de Personas y actualmente lucha por que las persecuciones a su pueblo se reconozcan como genocidio.

«Si la comunidad internacional desea realmente asistir a las víctimas de este genocidio (…) debe asegurarles una protección internacional», declaró la joven en su discurso de agradecimiento, en el que consideró «inconcebible» que el mundo no haya hecho más para liberar a los más de 3.000 yazidíes que el EI tiene todavía en su poder.

Nadia Murad imploró así a la comunidad a proteger a su pueblo, bajo la mirada de la abogada libano-británica y militante de derechos humanos, Amal Clooney, que se sumó a su causa.

Aunque 4.300 yazidíes escaparon o fueron ‘comprados’ al EI, aún están «desaparecidos» unos 2.500, según la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH).

– ‘Oligarquía depredadora’ –

Mukwege lamentó por su lado que el destino de la población congoleña pase a segundo plano detrás de la explotación salvaje de materias primas.

«Mi país está sistemáticamente saqueado con la complicidad de gente que pretende ser nuestros dirigentes» afirmó. «Saqueo en detrimento de millones de hombres, mujeres y niños inocentes, abandonados a una extrema miseria, mientras los beneficios acaban en las cuentas opacas de una oligarquía depredadora».

Mukwege, de traje oscuro, y Murad, ataviada con un vestido azul y negro, pidieron una reacción a la comunidad internacional.

Los dos laureados encarnan la lucha contra un flagelo planetario que va más allá del ámbito de los conflictos, como ilustró el movimiento #MeToo.

Este lunes también se entregaron, en Estocolmo, los Premios Nobel del resto de disciplinas salvo el de Literatura, retrasado a 2019 debido –paradójicamente– a un escándalo de violación que afectó a la Academia Sueca.

El rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, también recibió a los premiados en el ayuntamiento de la capital sueca, donde participaron en un banquete, retransmitido en directo por la televisión pública sueca.

El premio consiste en una medalla de oro, un diploma y 9 millones de coronas suecas (880.000 euros, un millón de dólares).