Esmeraldas necesita centro gerontológico

ATILIO RUGEL ALBÁN

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”, Juan Emilio Bosch Gaviño. El Estado ecuatoriano y los gobiernos provinciales, deben hacer algo por los adultos mayores, situación que va en serio. En el devenir del tiempo existe un aprendizaje constante y los que se consideran superdotados e infalibles deben saber que hasta del hombre que nunca pisó aulas escolares aprenden algo y que ubicados en lo más recóndito de la selva desarrollan un sentido común de alta lógica que no tenemos los citadinos.

Sabemos decir que una gota de agua que golpea constantemente sobre una roca, con el paso del tiempo deja huellas y es así como la sabia naturaleza nos enseña gratuitamente a los humanos dotados de razón y conciencia, que no quieren aprender porque su corazón se ha endurecido y su alma y espíritu no saben de sufrimientos y de dolor. He sido un guerrero expresando a las autoridades de Esmeraldas, que deben despojarse de la larva egoísmo y larva pasión, para que sin importar quién provoca en las urnas más votos, miren a los desposeídos que suman muchos y que a diario deambulan por las calles buscando alimentos y un mendrugo de pan en los basureros de los desechos que dejan y les sobran a los ricos para su supervivencia.

En otro artículo me permití insinuar que es cuestión de voluntad proponerse construir una casa donde vayan a reposar quienes sufren el abandono muchas veces hasta de sus familiares. De esta forma, me referí a la realización de una Teletón donde se sumaran los canales de TV que poseemos y las emisoras locales, con la intervención de artistas que cantan y bailan y animadores que sí los hay acompañados de las reinas de todas las épocas tanto del cantón como de la provincialización; estoy seguro que esta medida daría efectos positivos.

Acaso como he señalado si se le pide a los ciudadanos de buena voluntad un saco de cemento, estoy seguro no lo negarían; a las ferreterías uno o dos quintales de hierro; a los ladrilleros que presten también su contribución y el Consejo Provincial tiene ripio y arena y un grupo de ingenieros y arquitectos para que dirijan la obra junto con los profesionales del Concejo Cantonal. Habrá muchos conciudadanos que son maestros en albañilería y carpintería que también estarían prestos a colaborar.

Eso sería la obra material y el Municipio perfectamente podría incluir en el presupuesto de los años que se inician, una partida para su sostenimiento, tomando en cuenta que en el Consejo Provincial tienen médicos, enfermeras y trabajadoras sociales. Pensemos que nunca es tarde para darnos cuenta que sí es posible ayudar.